22. Miedo inducido.

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Narra Caitlyn.

— Respira profundo. — Le indica la enfermera a Caroline quien se mantenía inquieta a mi lado en el sofá.

— Tus signos vitales son normales. — La chica se quita el estetoscopio y lo guarda en su bolso.

— ¿Estás segura? Tal vez podrías revisarme en tu consultorio, ¿no te parece? — Inquirió mi hermana nerviosa.

— Me parece que tu malestar no es físico sino mental. — Comenta la enfermera.

— ¿Qué sucede Caro? — Le interrogué.

— Es que... — Y antes de que pudiera formular su oración, fue interrumpida por algo, o mejor dicho, por alguien.

— Mi amor, vine en cuanto pu... — En cuanto Sebastián entró a la habitación, la loca enfermera palideció. — ¿Qué haces aquí? — Preguntó algo alterado.

—Yo... yo ya me voy. — La enfermera se puso en pie con rapidez y nerviosismo, al parecer olvidó cerrar su bolso porque en cuanto lo levantó, de este se cayeron los objetos de dentro.

— Yo te ayudo. — Caroline se levantó para ayudarla y yo solo me mantuve sentada en el sofá convenciéndome de que era mejor apuñalar a Sebastián sólo con la mirada.

Aquella enfermera ni siquiera se despidió al recoger sus cosas, parecía que había visto al mismísimo demonio y desapareció por la puerta dentro de la habitación.

La habitación se inundó de un silencio sepulcral en donde no se escuchaba ni un alma y yo haciendo acopio de toda mi hipocresía hablé.

— ¿De dónde conoces a la enfermera Sebastián? — Inquirí observándolo.

Él parecía ensimismado y en cuanto cayó en cuenta de la realidad me miró dejando claro que no me había escuchado.

— ¿Eh? — Fue lo único que salió de sus labios.

— ¿Qué de donde conoces a la enfermera? — Volví a preguntar.

— Yo voy al baño. — Caroline salió casi corriendo hacia el pasillo.

— La conocí en la facultad. — Yo levanté una ceja ante su respuesta.

— No sé qué tiene que ver la medicina con la economía pero okay. — Comenté por lo bajo con la intención de que me escuchara.

— Empecé a estudiar esa carrera pero me arrepentí. — Yo solo me limité a asentir.

— ¿Y te cambiaste de carrera cuando terminaron ? — Volví a preguntar y él asintió dándome la razón.

— ¿Cómo lo sabes?

— Sentí la química. — Me encogí de hombros aunque claramente mentía.

Era obvio que entre esos dos había un pasado, un pasado que yo estaba dispuesta a descubrir.

Y entonces se me ocurrió una idea, busqué en mi teléfono la app de grabación y una vez iniciada, miré la puerta donde entró la chica esta.

— Voy a buscar a Caroline. — Avisó el escueto sin apartar la mirada de la puerta por la que había desaparecido aquella enfermera.

No, no vas a arruinar mi plan cariño.

— No te preocupes, yo la busco. — Me puse en pie, guardando mi teléfono en una bata que encontré a mi lado y me apresuré a llegar hasta la puerta blanca.

— Te lo agradezco. — Forzó una sonrisa que salió más como una mueca y yo le imité.

— ¿Podrías darle esto a la enfermera? Al parecer lo olvidó. — Le extendí la bata blanca y él la tomó sin siquiera mirarla.

— Capullo. — Bufé una vez fuera de la habitación. Sabía que iría directo detrás de la pobre chica.

Espero poder encontrar las respuestas que busco, pensé mientras me dirigía en busca de mi hermana.

~*~

Narra Sebastián

Paso la puerta sin siquiera tocar, necesitaba asegurarme de que esa pija no interfiera en mis planes.

— Ah. — Gimoteó en sorpresa aquella chica a la que conocía cada parte de su ser. — ¿Qué haces aquí? — Inquirió con el ceño fruncido mientras me miraba con un atisbo entre rabia y temor.

He de admitir que la última idea me agradaba más.

— Solo quería saludar a una vieja amiga. — Fingí inocencia. — ¿Acaso no me extrañaste querida Sarah?

— Ni una pizca maldito psicópata. — Se envalentona pero yo me encargo de bajarle la actitud enseguida.

— Cuida tus palabras maldita ramera. —En un movimiento rápido sostengo su cabello en una cola y tiro de él hacia atrás con fuerza. — Así no se le habla al hermano de tu hijo. — Suelto una carcajada seca pero el solo pensar en ello me provoca arcadas.

Ella no dice nada, solo intenta tomar su cabello para aminorar el dolor por la fuerza que ejerzo sobre su cabeza.

— ¿Que no vas a decir nada? — Tiré con más fuerza de su cabeza. — ¿Te tengo que enseñar por las malas puta?

— Sebastián, por favor... — Pidió en un gimoteo de dolor.

— Eso decías cuando me la chupabas, ¿recuerdas? — Ella se quedó en silencio lo que me hizo calentar la sangre. — Te hice una maldita pregunta.

La tomé del cuello y la estrellé contra la pared, apresando su cuerpo contra el mío y me gustaba la situación, me calentaba a más no poder.

— Por favor... — Suplicó sin aire. Intentaba torpemente aflojar mi mano en su cuello y no lo lograba, verla así solo me repugnaba y me hacía gracia a la vez.

— Hablando de favores... — Fingí meditar mientras apretaba más su cuello y notaba su cara palidecer a falta de oxígeno. — Necesito que hagas un par por mí.

Ella empezó a golpear mi mano en un acto desesperado por obtener ese preciado oxígeno y yo solo me limité a burlarme pero enseguida le propiné un golpe cruzándole la cara.

— No me golpees, estupida. — La observé levemente enojado pero me causó gracia ver su extraña mueca. — Como te decía... necesito un par de favores que tú vas a hacer por mí, si estás de acuerdo te soltaré y si no, te mataré justo aquí.

Como pudo aceptó y en cuanto la solté, se inclinó y empezó a toser repetidamente mientras se tocaba el cuello claramente bastante marcado con mi mano.

Pasaron varios minutos hasta que se recuperó y el color volvía a su rostro.

Sin ninguna pizca de sentimiento alguno, hablé.

— Supongo que ya saben que Caroline está siendo drogada, seguro investigarán el caso y allí es cuando entras tú.

— No sé qué tenga que ver yo en todo esto, ni siquiera la conozco. — Me reprocha lo que hace que se me suba la bilis.

— Cállate. — Espeto crudamente y ella se queda en silencio. — Bien. Somos familia y la familia se ayudan.

—No pertenezco a ese circo de mierda que llamas familia. — Se cree muy valiente la muy idiota.

— Ten cuidado en cómo te diriges hacia mí, o quieres que a tu hijo le pase algún extraño accidente en la escuela. — Veo que entiende mis palabras cuando el terror surca en sus ojos. — ¿Ves? Es mejor estar de mi lado que contra a mí.

Sonreí con malicia y ella solo se limitó a quedarse callada. Me encantaba causar este tipos de estragos en la gente, me hacía poderosa y Caroline será mía, con hijo o sin él, sonreí malicioso y Sarah me observó con terror sin decir nada.

O están conmigo o en mi contra y todo el que se interpusiera en mis planes tiene una bala con su nombre puesta en mi pistola.

~*~

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