Ellie, the indomitable (Ellie, la indomable) Saga literaria de Stranger Things.

S-i-e-t-e

Capítulo siete

Estaba sudando y jadeando. Todo mi cuerpo se había quedado frío de repente. Había tenido una pesadilla con mi estúpido padre y estar completamente a oscuras no ayudaba nada. No veía nada. Solo negro. La oscuridad era tan profunda que no sabía dónde terminaba y dónde empezaba. Al encenderse la luz de repente, mis ojos lo odiaron al instante. Vi a Hopper en el marco de la puerta, dudando en si acercarse o no al ver mi expresión. Estaba esperando una reacción de mi parte que nunca llegaría, me quedé petrificada sin saber qué decir o hacer.

-¿Estás bien?

Yo me lo quedé mirando un momento más. Eché todo el aire acumulado en mis pulmones lentamente.

-Sí- le mentí.

Él no pareció muy convencido sobre eso, pero igualmente no dijo nada.

-He escuchado voces. Quería asegurarme de que estabas bien.

¿Había hablado en sueños? Mierda...

-¿Qué has escuchado?- le pregunté directamente.

-Nada. No he podido escucha nada- me miró detenidamente- ¿Seguro que estás bien?

-Sí. Es que a veces hablo en sueños.

-¿Quieres un vaso de agua o algo?

-No. Estoy bien.

-Vale...

Volvió a irse y me quedé un tiempo en la sola oscuridad tratando de calmarme. Conté hasta diez tocándome el pecho y luego traté de dormir.  Al siguiente día, me desperté muy tarde. Al rededor de las 11:30. Puede que no pareciera la gran cosa pero, para mí, lo era. Nunca había hecho tal cosa, siempre había tenido que levantarme antes de las 8. No sabía lo bien que sentaba descansar correctamente las horas necesarias. Salí de la habitación que me había asignado Hopper y me lo encontré en la cocina, sentado tranquilamente en la pequeña mesa.

-¿Ya estás despierta?- me preguntó él tomando su café y con un periódico en la mano.

-No, vengo del futuro. La Ellie del presente sigue durmiendo- le respondí sarcástica.

-Veo que tienes un mal despertar...- tomó de su café con una sonrisa.

-Soy así por naturaleza- le dije y me senté en la silla sin su permiso.

-¿Te gusta lo que he hecho? Si no puedo hacer otra cosa.

En la mesa, habían cuatro tostadas de un dorado llamativo llenas de mantequilla y mermelada de mora. Acompañadas, había un un zumo de naranja exprimido y una caja de cereales. Nunca había desayunado tanto.

-Por tus pintas, diría que solo sabes hacer tostadas- le dije cogiendo una de las tostadas.

Rió- Estás en lo cierto.

Nos quedamos un tiempo en silencio desayunando. La verdad es que, las tostadas estaban de muerte. No creía que eran para tanto pero, de repente me encantaban. Normalmente solo desayunaba cereales o algo de fruta, solo eso. Tampoco es que tuviera mucho dinero para poder gastármelo en alimentos.