D-o-c-e

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Capítulo doce

Solo olía a gasolina y a viejo. Las risas de los niños se escuchaban desde el fondo del autobús. Por la ventanilla, se veía a la gente bronceada bajo el sol y el calor de California. No entendía como la gente soportaba estas temperaturas, estábamos en abril pero el calor era insoportable. Llevaba unos seis meses y todavía no me había acostumbrado a esto. A ir de allá para acá como si nada. No me sentía todavía como en casa, aunque dudaba algún día hacerlo. Sobretodo, cuando las cosas no habían cambiado. Hannah me seguía molestando y yo le seguía contraatacando. Gracias a eso, me expulsaron muchas veces. Aunque, no se lo decía a nadie. Yo sola podía con mis problemas.

Justo cuando puse un pie en el suelo, todos los de la escuela me miraban divertidos. Normalmente me miraban con asco o incluso miedo, pero esta vez era diferente. No me gustaba nada mi presentimiento. Entré de una vez por todas al instituto y las miradas no cambiaban. De hecho, había personas que se estaban prácticamente mofando de mí. Los miré detenidamente, matándoles con la mirada, algunos dejaban de mirarme o simplemente dejaban de reírse. Eran unos malditos cobardes.

Al llegar a mi taquilla, me di con la sorpresa de que toda mi taquilla estaba con basura pegada y con tinta roja, habían muchas palabras ofensivas como: puta, zorra, ¡vete de aquí!, ¡pobre de mierda!, ¡apestas! Cosas así. Estaba claro que no me querían allí. Yo tampoco quería estar allí, para que engañarnos, pero después de lo de Hawkins no quería volver allí nunca más.

En vez que echarme a llorar, abrí la taquilla con la cabeza alta y luego la cerré con fuerza asustando a los que estaban más cerca y mirándolos desafiantes. Si se querían meter conmigo, bien. Pero por su bien esperaba no pillar a nadie hacerme tal cosa, porque si no las cosas acabarían muy mal. Igual que acabaría la personita de lo de la taquilla, que estaba claro quién era. Mientras iba por el pasillo hasta mi clase, las miradas no cesaban. Y ya estaba empezando a cabrearme.

-¿De qué te ríes?- le pregunté a uno, parándome en frente suya.

Él abrió la boca y la cerró repetidas veces mientras la chica atrás suya se hacía bolita en su lugar.

-D-De nada- tartamudeó.

-Eso me parecía a mí- le dije cortante y volví a andar mientras escuchaba susurrar algo a la chica.

-Grosera...

Sin mirarla, le saqué el dedo. No estaba para más tonterías. Luego de insultar a varias personas por el pasillo, una cabellera roja se cruzó en mi camino. Max me sonrió pero al ver mi expresión, cambió la suya completamente. Ella sabía que en esos momentos era mejor dejarme sola.

-¿Qué tal?- me preguntó con cautela, deteniéndose a mi lado.

-Pues perfectamente después de que me hayan pintado mi taquilla con cosas ofensivas.

-¿Qué? ¿Eso han hecho?- preguntó incrédula Max.

-Sí. Y sé quién ha sido...

-¿Quién haría algo así?

-Max, por favor, no seas tonta. Es obvio que esto ha sido idea de Hannah.

-Esa chica no para quieta...es un ogro- apretó sus cuadernos con fuerza.

-Y tanto- coincidí con ella- Pero tranquila, esto no va a quedar así. Tengo algo planeado.

-¿Qué vas a hacer?

-Lo sabrás muy pronto.

Dije y me fui a mi clase sentándome como siempre al final. Durante toda la clase, no presté mucha atención. Aunque a veces la profesora me preguntaba algo y yo respondía correctamente. A la hora del almuerzo, Max y yo quitamos todo de mi taquilla y nos fuimos a la cafetería. Una vez allí, divisamos a Hannah con sus amigas y fui directa con la bolsa de basura seguida de Max. Al pararnos en frente suya, ella dejó de reír y nos miró a ambas de arriba a abajo, con sumo desprecio.

Ellie, the indomitable (Ellie, la indomable) Saga literaria de Stranger Things. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora