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Capítulo once

El sol ya se estaba poniendo y la gente se empezaba a ir a sus casas para cenar. Yo no tenía muchas ganas todavía, me lo estaba pasando genial con la suave y reconfortante brisa californiana mientras Max y yo hacíamos el idiota. Al final, alrededor de las 19:30, decidimos irnos ya. Max me invitó a su casa y yo acepté ya que me moría de hambre. Sinceramente no me preocupé en llamar a mis tíos, no estaba acostumbrada a hacerlo. En todo el camino no parábamos de hablar y reír, la gente nos miraba como si nos hubiera salido una segunda cabeza pero la verdad es que me importaba muy poco, les mandaba a la mierda solo con la mirada. Cuando ya llegamos a su casa, una mujer pelirroja abrió la puerta y me miró con desconcierto. Supuse que sería la madre de Max.

-Maxine, cielo. ¿Dónde te habías metido?- le preguntó ella directamente. Tenía puesto un delante que estaba manchado.

-Estaba en la cancha de baloncesto.

-¿Y quién es tu amiga?- me sonrió.

-Me llamo Ellie.

-Se va a quedar a comer. No te importa, ¿verdad?

-¡No! He hecho comida para un batallón, hay de sobra. Cuantos más mejor. Pasad- se hizo a un lado y las dos pasamos. Su casa era normal, aunque era un poco más grande que la mía. Aún se me hacía raro llamarla casa. Solo había estado una semana allí.

Una vez llegamos a su cuarto, tiré mi mochila al suelo y las dos nos sentamos en la cama. Era de matrimonio y muy cómoda, todo en su casa era mejor que en la mía. Aunque, no podía quejarme, mis tíos no tenían suficiente dinero y estaban haciendo un esfuerzo enorme al tenerme allí.

-Perdona a mi madre, se emociona cada vez que viene alguien de visita.

-Tranqui. Creo que es la primera adulta que me ha tratado bien a parte de mis tíos.

-Mi madre es así de buena. ¿La tuya es igual?

En cuanto dijo eso, agaché la mirada. Miré mis uñas sin saber qué decirle. No me gustaba que hablara de mi madre pero ella no sabía nada, no podía culparla.

-No...no llegué a conocerla.

Ella cambió la cara drásticamente, balbuceó unas cuantas veces antes de ponerse como el color de su pelo o incluso más. Ya había deducido el por qué, cosa que yo no había podido comprender cuando le confesé eso.

-Lo siento, soy una estúpida.

-Lo eres. Pero no sabías nada, así que no te preocupes.

-¡Oye!- me dio con un cojín.

-¡Eh, capulla!- reí ante el impacto.

-Hablando en serio, lo siento muchísimo.

-No lo sientas. Me molesta que hablen de mi madre como si tuvieran idea de cómo era cuando ni siquiera yo la conocí- le di una sonrisa triste- Murió en el parto. Y mi padre ha estado culpándome de ello desde que nací.

Y ahí me di cuenta de que me había ido de la lengua. No quería hablar de mi vida con nadie. Ya nos habíamos hecho amigas sin saberlo pero no quería su compasión. Ni de ella ni la de nadie. Y tampoco quería recordar el pasado.

Ellie, the indomitable (Ellie, la indomable) Saga literaria de Stranger Things. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora