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HABÍAN PASADO CINCO MESES, desde que Madelyn Rogers había llegado a Corea del Sur. Sus maestros le habían dicho que era candidata para el intercambio y las constantes pláticas de sus padres de que aceptara irse, fueron lo que la hicieron aceptar. Madelyn le veía el lado bueno, viviría sola, conocería nuevos lugares y haría nuevos amigos. Pero qué equivocada estaba en lo último. Si, Madelyn conoció nuevos lugares, vivía sola en un departamento, pero no había hecho amigos durante estos cinco meses. Sus compañeros de clase no tenían el mínimo interés de interactuar con ella a menos que sea de algo de la clase, por lo cual durante esos cinco meses, Madelyn estaba sola.
Madelyn se consideraba una persona extrovertida, y pensó que haría amigos fácilmente, lo intentó durante cierto tiempo pero seguían sin juntarse con la "extranjera", así era como la habían llamado. Los maestros del instituto Hyosan, algunos eran amables con ella y otros no, ni siquiera le prestaban atención cuando participaba en clase, porque la opinión de una extranjera no era importante. Eso fue lo que aprendió Madelyn a los meses de estar ahí, al final de cuentas no le quedó de otra que acoplarse, aunque no quitaba que se sintiera mal.
En una clase del profesor Lee, quien daba las clases de ciencias, había dividido al salón en equipos, para que hicieran un ensayo sobre un tema que les había proporcionado. Madelyn se sentía confiada porque tenía experiencia haciendo ensayos, he intentó dar varias veces su opinión, algunos la escuchaban pero otros simplemente la ignoraban. Hasta que una chica, que se llamaba Na Yeon, le dijo:
— No tienes porque opinar, a nadie le interesa tu opinión, extranjera.
La mayoría parecía que estaba de acuerdo en eso por lo cual Madelyn se sintió cohibida en esos momentos. No le gustaba sentirse de esa manera, por lo cual trataba de evitar cualquier cosa que pudiera llevarla a eso. Pero así como había personas como Na Yeon, también había las que eran amables con ella, pero no lo suficiente como para lograr establecer una amistad con ella.
Su vida en Corea no se comparaba en nada a la que tenía en Los Ángeles. La mayoría del tiempo estaba rodeada de amigos, rara vez se la pasaba todo el día en su casa, salía a fiestas. Practicaba las cosas que le gustaban. Amaba su vida en Los Ángeles. Pero era más su amor hacía a sus padres porque se sintieran orgullosos de ella.
La mayoría del tiempo se la pasaba en su departamento, solo salía a la escuela y para ir a comer a los restaurantes, algunas veces iba de compras, pero era un poco aburrido ir sola.
— Hablamos con el director del instituto, Madelyn.
La voz de su madre la sacó de sus pensamientos, miró su laptop, donde sus padres se encontraban observándola a través de la pantalla. Sus padres, Mary y Matthew, le hacían video llamadas una vez por semana para saber como se encontraba su hija menor. Madelyn era la hija más pequeña del matrimonio Rogers, tenía dos hermanos mayores, los cuales ambos ya se encontraban haciendo sus vidas independientes con sus esposas. Solo quedaba Madelyn, que aún era responsabilidad del matrimonio.
