Nuevo amigo

693 69 22
                                        

Es un lunes por la mañana. 

Nunca entenderá el razonamiento de esos bastardos de grado mayor. Acababa de pelear con ellos, pero no pensaba que lo dejarían así. No puede evitar lagrimear un poco porque le duele mucho la mejilla izquierda. La ropa la tiene totalmente empolvada. Si alguien lo ve, de seguro piensa que es un vagabundo. Qué patético.

No tiene energía ni para regresar a casa. Estará allí, acostado en el césped, durante unos minutos más. 

—Maldición, pero cómo duele —se lamenta Sasaki, que hace visera con la mano para que el sol no lo deslumbre.

De pronto, percibe que alguien se acerca a él. No puede distinguir bien de quién se trata ya que tiene la visión borrosa en ese momento. ¿Es una chica? No, no puede ser. Está usando una camiseta de manga corta, con unos shorts marrón claro. Tiene el cabello corto, que hace que tenga una apariencia femenina a simple vista. Se frota los ojos para observar mejor.

«Wow. Su rostro es tan adorable».

—¿E-estás bien? —le dice el pequeño pelinegro un poco asustado. Se arrodilla para verlo mejor.

Sasaki no puede dejar de verlo. Se ha quedado en las nubes.

—Eh... Sí, sí. Todo bien. Solo ha sido un pequeño accidente.

— ¿Necesitas ayuda para levantarte? —Extiende su brazo.

Corresponde al gesto del pequeño y le da las gracias. Cuando ambos están frente a frente, pueden notar la diferencia de estatura.

—Oye, nunca te había visto por acá —comenta Sasaki, que se está limpiando los pantalones.

—Ah, es que me he mudado ayer a este vecindario. Mi mamá ha salido a hacer las compras y me ha dicho que puedo quedarme en el parque mientras la espero.

El mayor lo contempla una vez más. Descubre algo nuevo: un lunar debajo de su ojo izquierdo. El pequeño se incomoda al darse cuenta de que lo están observando.

—¿Y cómo te llamas?

—Miyano Yoshikazu.

—Un gusto en conocerte, Miyano. Mi nombre es Sasaki Shuumei. —Se señala a él mismo con los pulgares arriba—. ¿Te parece si vamos a los columpios mientras esperamos que tu mamá regrese?

El pelinegro parece que entra en confianza. Acepta la propuesta del mayor y esboza una tierna sonrisa.

—¿Vives por acá? —pregunta Miyano.

—Oh, sí. Está muy cerca. Doblas en esa esquina —señala una calle al lado derecho del parque—, y llegas a mi casa.

—Somos como vecinos, entonces.

Sasaki se detiene a reflexionar sobre lo que acaba de decir. Si son vecinos significa que se encontrará con él en otra oportunidad.

—Miyano..., Miyano..., Miyano, Miyano...—Se lleva una mano a su mandíbula y murmura el nombre del pequeño como si estuviera pensando en algo. Esto no pasa desapercibido para el otro niño.

—¿Qué pasa?

—¿Cuántos años tienes?

—Tengo once años.

«Es menor que yo por un año», pensó Sasaki.

—Ya que es probable volverte a encontrar, ¿cómo prefieres que te llame? Estaba pensando en Yoshi-kun o Myaa-chan.

El comentario toma a Miyano totalmente desprevenido.

—¿Ehhh? Yoshi-kun me suena raro. —Por la cara que puso se apreciaba que no le gustó ninguna de las opciones—. Mmm, creo que Myaa-chan está bien.

—Bien, entonces a partir de ahora —se levanta y actúa como si fuera un rey que está invistiendo a un caballero—, te declaro mi amigo, al cual llamaré Myaa-chan.

Miyano se avergüenza por todo el teatro que montó para ese sobrenombre y se queda pensativo.

—Entonces yo te pondré Shuu-kun.

Sasaki suelta una carcajada. Hasta para poner nombres es súper adorable.

—Bien, bien. Empecemos de nuevo. Un gusto en conocerte, Myaa-chan.

—Un gusto en conocerte, Shuu-kun. —Lo dice con una de sus mejores sonrisas.

Ambos echan a reír y empiezan una pequeña conversación sobre sus pasatiempos.

—Digamos que hornear y preparar dulces puede ser un hobby para mí. Tengo que ayudar a mi familia. —coloca una mano detrás de su cuello—. Aunque a veces algunos panecillos queden carbonizados.

—Qué genial. ¿Entonces te gustan los dulces?

—Sí, claro.

En ese momento, Sasaki se percata de una mujer con rasgos similares a los de Miyano, que parece que está buscando a alguien. 

—Myaa-chan, ¿ella no es tu mamá?

El pelinegro dirige su mirada hacia el lugar donde apunta el otro.

—Sí, sí. Ella es. Ya me tengo que ir, Shuu-kun. —Se acuerda de algo y rebusca en sus bolsillos—. Pero antes te quiero dar este caramelo. No me gustan mucho las cosas dulces. Así que creo que a ti sí te gustará.

—Gracias. —Sasaki examina lo que le acaba de regalar y lo protege cerrando su puño.

—Myaa-chan, dime cuándo te puedo encontrar.

—Mmm, te parece si mañana nos reunimos a esta misma hora.

—¡Sí! Está bien. Ok, bye, bye.—menciona Sasaki mientras mueve su mano en señal de despedida.

Miyano se va corriendo hacia donde se encuentra su mamá y le agarra la mano para empezar a caminar.

—Yoshi-kun, perdona si demoré más. El supermercado tenía una cola inmensa.

—No te preocupes, mamá. ¿Te ayudo con las bolsas?

La mujer acepta y caminan el pequeño tramo hasta su hogar. Cuando se encuentran en la puerta, Miyano se anima a comentarle algo.

—Mamá, hoy hice un amigo.

Se sorprende por lo que le cuenta su pequeño. Sabe que es un poco tímido y prefiere estar en su cuarto leyendo. Al final, le muestra una sonrisa y le despeina sus cabellos.

—Me alegro mucho, corazón.






Amigos de infanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora