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Para cuándo fueron a dormir, Christopher estaba calmado gracias únicamente al vino, sino, sabía que se pondría nervioso por la incertidumbre de qué pasaría al dormir.

Ambos se acomodaron dentro del nido, Minho escondió su rostro en el cuello del Beta, llenándose de aquel sutil olor a madera, el Beta abrazó su cintura.

— Christopher... — el Omega murmuró por lo bajo, su tono era algo somnoliento, el mayor estaba casi dormido y sólo murmuró un sonido afirmativo—. En serio usted está haciendo de mis últimos días felices... Y contigo, por momentos olvido todo, es muy bueno en esto.

Christopher esbozó una sonrisa, la voz del rubio y esa ligera sensación de embriaguez que le había dado el vino lo estaban llevando al mundo de los sueños de forma sutil.

— Mí lobo lo quiere, y lo quiere de una forma distinta a la que quería al lobo de Hyunjin... Y yo... Yo no puedo negar todas las cosas lindas que dice mí lobo de ti porque son ciertas.

Minho se sentía algo avergonzado por confesar esas cosas, esperaba que el lobo de Christopher se sintiera igual, por lo que había dicho su lobo, era mutuo.

— Christopher... Te quiero— dijo, sus mejillas se encendieron de sólo decirlo, y no sabía cómo iba a reaccionar, después de varios segundos en silencio, se dio cuenta que el pelinegro ya se había dormido, y respiró con alivio de que no lo había escuchado—. Buenas noches.

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— ¡Ji-Myeong! ¡Ji-Myeong~~!

Christopher miró a su alrededor, entre aquellas plantas y árboles y los dorados rayos de luz que llegaban a dónde se encontraba, escuchó pasos cerca, escuchó una risa jovial y alegre.

Y fue cuestión de segundos para que un Omega se acercara a él a los saltos.

— ¡Te encontré! ¡Eres un asco para esconderte! — dijo, y rió, sus ojitos se volvieron dos líneas.

Se alejó de él lentamente, mirando sin entender si aquel joven era quien creía.

Su piel era de un hermoso bronceado, que contrastaba con lo rubio de su cabello, de color del trigo, andaba descalzo, y su ropa podría definirla como antigua y simple, de color blanco sucio.

— ¿Minho?

— ¿"Minho"? — el Omega dejó de reír para mirarlo con sorpresa, sus azules ojos lo analizaron de pies a cabeza, mientras sus abultados labios formaban una "o"—. Oh, no eres Ji tampoco, ¿Cómo te llamas ahora?

— Eh... ¿Christopher? ¿Christopher Bang?

—¿No sabes tu nombre? — preguntó el Omega con algo de gracia.

— Creo que sí me lo sé, pero la pregunta es rara— masajeó su frente un momento.

Aquel Omega rodó los ojos.

— Los humanos de tu época tienen tan poca sabiduría, y creen que se la saben todo al mismo tiempo, les parecen raras las cosas más comunes.

— ¿Disculpa?

— Tienen muy poco de lo que alguna vez fueron— dijo el rubio con simpleza.

Christopher no sabía a dónde se había metido, ni que hacer, así que solo se quedó confundido mirando al brillante Omega.

— Yo soy Hwan-Jin, soy la primera encarnación de quién llamas Minho— dijo, sonrió de forma amable y encantadora.

Christopher frunció un poco el ceño, recordó la conversación que había tenido con Jisung.

𝗼𝘂𝗿 𝗹𝗮𝘀𝘁 𝗱𝗮𝘆𝘀 › chanho ᜵  banghoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora