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—Christopher — el pelinegro murmuró un sonido afirmativo.

Volvían a estar abrazados dentro de su nido, Christopher se dejaba tranquilizar con el olor del Omega, quién había empezado a liberar feromonas al sentir al Beta asustado, de forma inconsciente, y claro que había funcionado para calmarlo, mejor que nada.

Christopher estaba temblando cuando el rubio se había desmayado en sus brazos, y le parecía raro, porque no era la primera vez que veía o atendía a alguien con un desmayo, pero nunca había sentido tanto miedo como en ese momento.

— ¿Puedo bañarme?

— Claro— el enfermero asintió—. Pero debo acompañarte, podrías desmayarte de nuevo y eso sería feo.

A Minho le pareció tierno el tono de voz que había usado el Beta, asintió sin más y se irguió para separarse del mayor, quién se colocó a su lado, un brazo rodeó su cintura y el otro tomó su brazo, yendo hasta el baño a paso lento.

A Minho le parecía exagerado, pero él en verdad no sabía qué tan malo o delicado era su estado.

Por su lado, Christopher, quería cuidarlo tanto al punto de que ni siquiera se golpeara el dedo pequeño del pie contra el marco de la puerta.

Minho estaba muy rojo cuando Christopher quitó su remera, y lo detuvo en cuanto el enfermero metió los pulgares debajo de sus calzoncillos.

Minho se mordió el labio con nervios, y Christopher rió un poco, se apartó para tomar las mejillas del rubio.

— Ow, Honnie, pequeño, no te pongas así, es parte de mi trabajo— se encogió de hombros—. No lo hago con segundas intenciones y no me da nada porque estés desnudo, así que no hay por qué tener vergüenza.

Minho frunció el ceño, y negó ligeramente.

— Oh, mira lo que hacen tus labios cuando aprieto tus mejillas — Christopher rió como un niño por su descubrimiento, mientras apretaba varias veces los mofletes del Omega, haciendo que sus esponjosos belfos hicieran un pequeño beso y la forma de una diminuta "o"—. Ah, es bonito.

— Chris~ — Minho se quejó.

El Beta rió de nuevo y soltó las mejillas del Omega, encontrándose con su sonrisa.

— Aunque te desvistas sólo tengo que quedarme, Minho— dijo.

— No estoy tan mal— Minho rodó los ojos.

Christopher sonrió, estaba incómodo por dentro, no pensaba decirle, sabía disimular muy bien cuando debía mentir.

— No— dijo, totalmente normal—, no lo estás.

Minho le sacó la lengua en un gesto infantil que hizo a Christopher sonreír con ternura.

Al final el Omega si se desvistió sólo, se metió en la tina sólo y reguló el agua sólo, todo eso, haciendo que Christopher cerrara sus ojos.

En cuanto el agua y la espuma del jabón cubrieron hasta su cintura, lo dejó acercarse, y sin pedir permiso y sin importarle, Christopher comenzó a lavar su cabello, y por más que se sintió raro al principio, se dejó estar.

— Chris... ¿Qué soñaste?

Mmm... — Christopher tuvo que hacer memoria, la mayoría de su sueño se había olvidado en cuanto tuvo que hacerce cargo del Omega—. Soñé con alguien que era muy parecido a ti, en muchos aspectos, reían igual, lucían... Muy parecidos.

— Estoy feo ahora, Christopher, dilo... Seguro era yo sano o algo así.

— Eres hermoso, Minho— dijo, y sus mejillas se pusieron rojas al escuchar la seriedad de su tono—. Este otro... Dijo en serio muchas cosas.

𝗼𝘂𝗿 𝗹𝗮𝘀𝘁 𝗱𝗮𝘆𝘀 › chanho ᜵  banghoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora