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Los labios del Omega se pegaron a los del Beta, y tanta fue la emoción de ese destinado contacto que hizo a ambos corazones doler.

Minho cerraba sus ojitos con fuerza, mientras sus labios buscaban recorrer la boca de Christopher, y sus manitos se apretaban en puños con la remera de Christopher entre ellos, y se sentía estallar de a pequeños trozos en su interior, entre a su vez todo iba encajando en nuevas piezas, confirmando lo que había sentido en sueños al besar a aquel que se parecía tanto al Beta.

Christopher simplemente no pudo cerrar sus ojos, su sorpresa era gigante, estaba atontado, tanto que sus de por sí inexpertos labios no pudieron reaccionar más allá de hacer pequeños mohines, mientras dejaba al Omega dominar sobre sus belfos.

Estaba tan anonadado que lo primero que sintió de aquello no fueron sus sentimientos, sino a su estúpido lobo que corría en círculos totalmente emocionado, lo que lo hizo reír en el beso, lo que hizo a Minho sonreír contra sus labios al menos por un segundo.

Minho sollozó en el beso, ahogando el llanto en los labios del otro.

Con manos evidentemente temblorosas, Christopher tomó los puños del Omega, quién se separó del beso en cuanto las manos del Beta envolvieron sus manitos, y se escondió en su cuello, en sus manos unidas, cerró sus ojos y tembló completamente.

— L-Lo siento, lo siento... — Minho negó, dolido, se quiso morir allí mismo para no enfrentarlo.

"Bésalo de nuevo idiota, me gustó".

— Maldito perro— Christopher susurró para sí mismo, quería golpearse así también y golpearía a su lobo, que lo estaba sacando de quicio—. Minho, ven, por favor.

Minho negó.

— N-No sé por qué lo h-hice, lo s-siento, en serio lo siento... N-No creas que-... No pienses mal de mí, n-no me dejes sólo de nuevo... No te molestes...

— Min, no lo haré— Christopher habló de forma contundente, tomó las mejillas del rubio—. Por favor, mírame, pequeño, todo estará bien.

El Omega alzó la vista con lentitud y miedo, miró con cierto pánico el Beta, sin saber qué haría, sin poder predecir la frialdad de sus ojos.

<<— Hazle caso a tu lobo, él sabe qué hacer, siempre lo supo.>>

"¿Lo besas ya?".

Christopher se inclinó hacia él, acortando la poca distancia, juntó sus frentes y cerró sus ojos para que su nariz tocara la de Minho, y se movió tímidamente contra ella en un vergonzoso beso esquimal.

"Maldito virgen".

Christopher apretó la mandíbula para no insultar en voz alta frente a Minho.

Se detuvo para ver a los ojos del Omega con vergüenza y timidez, su boca se entreabrió ligeramente al ver que Minho seguía llorando.

— ¿Por qué tienes que ser tan lindo? — preguntó el rubio, con ganas de llorar de nuevo, ya estaba demasiado sensible, sorbió su nariz y miró a Christopher sabiendo con todo su corazón que era alguien maravilloso—. Christopher Bang, eres un ángel...

Los puños que el Omega mantenía en su remera temblaron y sintió a su fuerza fallar, se sintió pesado de golpe, y su cabeza comenzó a dar vueltas, su vista se perdió en el rostro del pelinegro que no podía mantener fijo, por más que quería mirarlo hasta el cansancio.

— ¿Dónde estuviste... Todo este tiempo?

Las mejillas del Beta estaban al más suave rojo, y el rubor viajaba hasta sus orejas y hasta su nariz, sus labios seguían inchados por aquel beso y aún su corazón latía desbocado y cargado de chispas que lo hacían sentir todo tipo de cosquillas en su interior.

Los párpados de Minho pesaron de más y estos aletearon en el esfuerzo del Omega por no irse, antes de siquiera llamar su nombre, Christopher actuó por sí mismo, atrayendo a Minho hacia sí y acunó al rubio sobre su pecho, dejando que el menor escuchara sus latidos antes de quedar inconciente.

Con el chico entre sus brazos, Christopher buscó en su cuello el pulso y lloró al encontrarlo, y no se dió cuenta cuando comenzó a llorar más y más, cuando se rompió por dentro al igual que por fuera, y devastado, se abrazó al inconsciente Omega, hundimiento su nariz en su cuello, sintiendo su aroma, a fresas y flores, a aire fresco, a un campo abierto, y a una vida alejada de aquel sufrimiento.

— ¿Por qué tengo que amarte? — preguntó el pelinegro a la nada, escuchó la respiración del rubio y acarició su mejilla con cariño— ¿Querrás ser salvado? ¿O seré yo quien quede solo?

Y no supo cuantos minutos continuó llorando como un niño pequeño, con aquel hermoso y brillante Omega en sus brazos.

Y lloraba con todo tu corazón astillado y dolido, al punto en que hasta su lobo lloró por toda su tristeza también, y dejó de molestarlo, y se fue a llorar en silencio también.

Recostó a ambos en la cama, aún con lágrimas en los ojos, lo miró con cariño mientras acarició sus mejillas, acercó sus labios a la marca entre su hombro y cuello y comenzó a dejar besos en esta.

Tomó su mano, protegiéndola entre las suyas, la apretó entre sus pechos, sintiendo en corazón del Omega latir debajo de sus manos, y no quería que eso dejara de pasar, y quería sentirlo para borrar esa idea de su cabeza, y por un momento pensó que estaba siendo ridículo con tanto sentimentalismo con un paciente.

Pero Minho era más que eso, no sabía qué tanto, pero no podía reducirlo así.

Aquel chico lo había encantado demasiado.

Dejó infinitos besos en la marca, hasta que dejó de llorar cuando sintió que estaba haciendo lo correcto, y con una respiración profunda, el Omega murmuró su nombre en un susurro doloroso.

— Chris...

— Minho— su voz sonó rota y horrible, y el rubio lo miró con preocupación, el pelinegro acercó su rostro hacia él, pero mantuvo unos centímetros de distancia.

— ¿E-Estás bien?

— ¿Qué si yo estoy bien? Minho, te acabas de desmayar en mis brazos y en serio me asusté mucho y-y no es normal porque estudié para esto pero-

— Hablas muy rápido... No te entiendo— murmuró Minho en tono somnoliento.

— Me asusté— confesó Christopher, con su voz aún algo rota—. Pero me asusté por algo tonto como un desmayo, que no es grave, y no sé por qué.

Minho lo miró como si fuera un tonto, como si supiera cosas que él no, y rió un poco, curvado sus labios hacia arriba en una sonrisa floja.

— ¿Qué pasó? — preguntó el rubio —. No recuerdo...

—¿No recuerdas nada?

— Que me desperté... Después te dije algo, que no recuerdo, y después me dormí de nuevo— dijo el Omega, el enfermero revisó su temperatura con su mano—, Christopher, ¿Qué pasó?

Christopher se ruborizó furiosamente por lo ocurrido, y lamió sus labios nervioso, masculló que iría por algo de agua y su estetoscopio para escapar al menos dos segundos.








𝗼𝘂𝗿 𝗹𝗮𝘀𝘁 𝗱𝗮𝘆𝘀 › chanho ᜵  banghoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora