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Minho durmió el resto del día, cada tanto se despertaba para ir al baño o tomar algo de agua, pero estaba muy somnoliento, además de la fiebre y el dolor de cabeza y volvía a dormirse rápidamente.

Christopher preparó ramen para compartir con Jisung, quien se quedaría la noche de nuevo, y el peliazul terminó lavando los platos y cuidando a Minho un rato, mientras el Beta tomaba un baño, preparaba las cosas para ir a la universidad en la mañana, y repasaba un par de veces más sus resúmenes.

— Sí que eres aplicado— le comentó el Alfa, y Christopher sonrió con algo de cansancio.

— Te exigen mucho durante el estudio para que al terminar te sientas liberado.

— ¿Y funciona?

— Por supuesto, por eso hay festejos cuando terminas una carrera. Y considerando que no necesito recordar todo de memoria a la hora de atender a alguien, sí, funciona, me estreso menos en el trabajo que con esto— dijo, acomodando sus papeles—. Si hay un caso especial vuelvo a estudiar, pero casi siempre es lo mismo, no hay mucho de nuevo.

Jisung asintió, quería hablar, quería decir más cosas, pero no encontraba palabras ni energías.

Se sentía muy mal y estaba muy sensible por su mejor amigo.

Christopher lo comprendió sin esfuerzo, se levantó del sillón, fue hacia él para dejar una caricia en su marca, junto con una especie de abrazo, y murmurar un "Descansa bien", antes de volver con Minho, a su nido.

El Omega se acurrucó en su pecho, abrazando su cintura, como todas las noches, se enrredaron entre ellos para viajar al mundo onírico juntos.

Los sueños, los recuerdos de vidas pasadas, todo aquello que los unía, tampoco los salvaron de su realidad, tampoco pudieron hacer que escaparan.

En sus sueños, Christopher se vió velando el sueño del Omega de cabellos de oro, lo diferente este vez, fue que no vivió solo la vida de sus originales, no sólo con Hwan-Jin y Ji-Myeong, vió más, vió sus ropas cambiar, vió los objetos modernizarse, vió el mundo evolucionar, pero siempre era lo mismo: él, mirando el sueño de su predestinado.

En el ritmo del tiempo, en el paso del sueño, en todo el momento que continuó viendo todo su camino, no sé dió cuenta cuando despertó, y al igual que en sus fantasías, miraba a su pequeño con lágrimas en los ojos, mientras esté estaba en un profundo sueño.

Limpió su rostro, se acomodó más cerca de él, su lobo se sintió triste, y claro que Minho lo supo, así que aún inconsciente, liberó feromonas para calmarlo, la presencia de las fresas y las flores llenaron sus pulmones, y era lo único que aún podía sentir al volver a dormir, era lo único que le recordaba que Minho seguía allí.

Por la mañana, Minho lo despertó, el Beta sentía pequeños golpesitos en su rostro y al abrir los ojos se encontró con su sonrisa, el sol a su espalda le daba un halo angelical que lo hizo sonreír de forma honesta.

— Chris... Tus mejillas son muy suaves, ¿Por qué no te las apretujé antes? — dijo, su voz sonaba como la de un niño alegre, y sus deditos apretaron sus leves mofletes, haciendo que se ruborizara y riera—. Cómo que eres en serio muy lindo— murmuró Minho con fascinación.

— Tú también eres lindo, Honnie.

— Pero me gusta tu tipo de lindo.

— Me... Me estás poniendo algo nervioso.

— Podría ponerte de otra forma.

— Bueno, suficiente— el pelinegro se alejó de él, y Minho comenzó a reírse al verlo con las mejillas muy rojas—¿Te sientes mejor que estás así?

𝗼𝘂𝗿 𝗹𝗮𝘀𝘁 𝗱𝗮𝘆𝘀 › chanho ᜵  banghoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora