Minho respondió tomando la nuca del Beta, y uniendo sus labios por afortunada segunda vez.
Un pequeño quejido de sorpresa de parte de Christopher quedó ahogado entre los suaves belfos del rubio, que movía con seguridad sobre los suyos, sus manitos fueron a enterrarse entre los oscuros mechones de su cabello, atrayendolo más a él, ladeando su cabeza para besarlo con más profundidad.
Christopher correspondió con sus instintivos conocimientos sobre los besos, era el segundo beso de toda su vida.
No fue como el primero, no hubo dolor, ninguno se sentía mal por lo que estaban haciendo, era más como una celebración por al fin aceptarse, dejando de estar ciegos por sus vidas, por su día a día, por todo su pasado, comprendieron desde lo más profundo de sus corazones que era así, que ambos estaban para eso, y era hermoso coincidir con alguien entre todo el universo para amarse como se merecían.
Se separaron para respirar de forma agitada, Minho volvió a refugiarse en su cuello, no vio del todo la sonrisa que el Beta cargaba, ni el rubor que se esparcía por su rostro.
— ¿Eso fue un sí? — preguntó Christopher con una risa.
Y con una sonrisa tonta, Minho tomó su mentón y volvió a besarlo, con más suavidad, con más lentitud, separandose pequeños centímetros para respirar levemente, ambos el mismo aire, para volver a hundirse en las sensaciones de sus labios juntos.
— ¿Tu qué crees? — preguntó Minho en un murmullo, contra su boca.
Christopher no pudo borrar su sonrisa, esperó a separarse, posó sus labios sobre la frente del rubio, dejando un pequeño beso, antes de tomar la temperatura con el dorso de su mano.
— Veo que estás mejor— dijo—. Pero estás muy rojito.
— Eres un tomate muy lindo, Chrisu— el rubio tomó sus mejillas.
Minho se quedó un rato acariciando las mejillas de Christopher, viendo cada vez como tomaban un color más fuerte, como sus ojitos se hacían más pequeños con la vergüenza y también como el rubor iba ganando terreno a su pálida tez, llegando a cubrir todas sus orejas, sus mejillas llegando casi hasta su mandíbula, el Beta apretó sus labios, frunció la nariz y cerró sus ojos con fuerza, en un gesto adorable para el menor, y cargado de vergüenza para él.
— B-Basta, M-Minho~
El Omega sintió su corazón comprimirse de tanta ternura, un sonido agudo como de un bebé emocionado escapó de su garganta y sólo pudo abrazar al mayor y apretarlo contra su pecho, de forma inmediata, Christopher rodeó su cintura y se dejó envolver con su aroma, fresas, flores y un dulce olor a miel, por la felicidad, comenzaba a inundar el ambiente.
Christopher sonrió y se sintió a gusto, de una manera que nunca había experimentado en su vida, entre los brazos del rubio, con una mejilla en su pecho y escuchando su corazón latir emocionado, se sentía como si hubiera encontrado un hueco cálido en un mundo frío, hecho a completa medida para él.
Minho se recostó sobre la cama, manteniendo al Beta en el mismo lugar.
Christopher se dejó descansar sobre el Omega,quién dejaba caricias en su cabello, ambos sonreían como unos tontos, al pelinegro le estaban encantando los mimos.
— Chris... Eres en serio muy bonito, ¿Lo sabías?
Christopher rodó los ojos, nunca se tomaba en serio los cumplidos, y menos en ese momento, él quería un abrazo y estar cómodo.
— Podría estar así todo el día— murmuró Minho, con una sonrisa amplia, recostó su cabeza sobre la almohada y miró el techo, pero sus ojos estaban mucho más lejos de allí, perdidos en el amor.
Sintió como unas ligeras cosquillas en su vientre, frunció el ceño, pero no le dió importancia, creyó que era Christopher.
— Oh, hola.
— ¿A quien saludas? — preguntó, alzó la vista para encontrar al pelinegro, con una sonrisa amplia y tonta, mirando su pancita, mientras dejaba caricias lentas con su mano sobre esta— ¿Christopher?
— ¿Lo sentiste patear, pequeño? — preguntó, mirándolo con emoción y una sonrisa hermosa que hizo que algo alegrará en su corazón, de nuevo.
— ¿P-Patear? ¿Es eso?
Christopher rió un poco, sin burla, sin maldad, totalmente divertido.
— ¿No sabías lo que era?
— Ehhh.... ¿Flatulencia? ¿Quizás?
Christopher volvió a reír y Minho sonrió divertido de haber logrado eso.
— Minho, si sientes que algo se mueve, crees que es una flatulencia,pero después no sale nada, ¿No te pusiste a pensar en otra cosa?
— No tengo tanto razonamiento, disculpe.
— Sin duda eres muy especial— murmuró el pelinegro, sus ojos volvieron a su vientre y lo acariciaron con delicadeza— ¿De cuánto estás, pequeño?
— Cinco meses... O por ahí— dijo, sin saberlo con mucha exactitud.
—Me gustan mucho los bebés— confesó.
— Es un feto, señor enfermero, ¿No conoce las etapas del embarazo?
— ¡Minho! — Christopher hizo un leve mohin por la burla—. Es "bebé" de forma metafórica... Como decirle "Perro" a tu lobo.
— Mi lobo no es ningún perro.
— El mío es un labrador con déficit de atención, un completo idiota.
El lobo de Christopher ladro con fuerza al sentirse ofendido, haciendo que ambos soltaran un quejido de dolor, habían compartido la misma sensación de aquel lobo enojado ladrando dentro de sus cabezas.
Minho se frotó la cien con molestia, los ruidos fuertes lo habían afectado bastante esos días.
— Oh, ¿También lo escuchaste? — preguntó Christopher, con los ojos muy abiertos de sorpresa, Minho asintió—. Oh, perro estúpido, ¿Ves lo que haces? ¿No que querías cuidar a "Tu Omega"? — el lobo de Christopher comenzó a lloriquear—. Oh, si, llora, llora, como si eso fuera a arreglar algo... Pulgoso.
Minho lo miró con curiosidad en su charla en voz alta, y rió, con cierta ternura y diversión.
— Te llevas tan bien con tu lobo.
— Es que está muy pesado últimamente— soltó un suspiro—. Sólo lo escuché ladrar una sola vez cuando casi me atropellan y me hizo a parar a tiempo, después de eso es como si no estuviera.
— Oh, bueno, así debe sentirse ser Beta... Yo, pues mínimo cada dos meses venía a molestarme— dijo asintiendo, recordando los colicos que lo hacían llorar y al animalito llorando también, como si se estuviera muriendo por atención—. Sí, llega a ser muy dramático a veces.
— Dicen que los lobos sienten todo de la forma más pura y más fuerte— dijo Christopher—. Cómo humanos desarrollamos más fortalezas y trabas para las emociones, pero los lobos no, son sensibles y dramáticos a veces.
— Por eso cuando un lobo ama a otra persona, a su predestinado, por ejemplo, resulta en un sentimiento mucho más grande que cualquier sentimiento humano.
— Predestinado, como tú.
— Y como tú, como nosotros.
Minho rió y se ruborizó un poco más, sintiendo cosquillas internas que lo hicieron temblar con emoción.
Sonaba tan hermoso el ser predestinados, el tener a alguien especialmente para ti en este mundo.
Y estaba agradecido que fuera Christopher.
Sé sentía un completo afortunado de conocerlo, de tenerlo a su lado, y ahora más que nunca, que sea su destino, alguien tan maravilloso y especial.
Pensando en lo bonito que se sentía tenerlo de predestinado, se quedó dormido, Christopher se dió cuenta de esto en seguida, y con una sonrisa boba, lo arropó, se acomodó con una mejilla sobre el hombro del Omega, su brazo rodeo su cintura, más cómodo que nunca, siguió a su compañero al mundo de los sueños.
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𝗼𝘂𝗿 𝗹𝗮𝘀𝘁 𝗱𝗮𝘆𝘀 › chanho ᜵ bangho
Random𝗮𝗱𝗮𝗽𝘁𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 ꒰🥀꒱ Lee Minho es un Omega que perdió a su Alfa en un trágico accidente, con su lazo roto y su lobo deprimido, le quedan pocos días de vida. Christopher Bang es un Beta y enfermero a domicilio, es contratado para cuidar al Ome...