Bill

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Apenas había pasado un mes desde la última vez que ví a Harry.
Me moría de ganas de ir a su casa o llamarlo y decirle lo mucho que lo extraño y luego besarlo hasta quedarme sin aire, pero no podía y menos ahora que me encontraba camino a una cita que Jessie arregló con un viejo amigo nuestro, Bill Richardson.

Llegué a la cafetería y reconocí a Bill enseguida. Él me miró y sonrió, se acercó a mí y me llevó a la mesa.

—No has cambiado nada— comento al verlo mover la silla para que pueda sentarme

—Digo lo mismo. Sigues igual de hermosa, hasta creo que más

—Gracias. Veo que has ido al gimnasio, te ves bien

—Si quieres puedes apreciar mejor los resultados— si Harry hubiera dicho eso, ya tendría las mejillas como un tómate, pero no es él. Sólo sonrío y cambio el tema

—Jessie me contó que estás viviendo en Nueva York

—Sí, pero como sabes, mi familia vive aquí así que vengo a visitarlos siempre que puedo

—¿Y qué tal todo por allá?

—Me va muy bien. ¿Y tú? ¿Sigues siendo bailarina?

—Así es. Puedes venir a una presentación cuando gustes— sonríe

Bill era un chico bastante atractivo. Ojos verdes, cabello castaño claro, alto y musculoso. Educado, romántico, divertido y hogareño. Era la fantasía de toda mujer.

Es un buen partido.

Pero no es Harry.

¡Oye! Quedamos en no pensar en él.

Recuerdo que hubo un tiempo en el que me sentía atraída físicamente por él, pero tenía novia por lo que no sucedió nada, aún así él también gustaba de mí y era evidente.

—¿Cuánto tiempo te quedarás?—  pregunto dejando de lado los recuerdos

—Dos semanas y si no te molesta, quisiera pasar todo el tiempo posible a tu lado— me sorprendió su comentario y él lo notó— Escucha Victoria, no vine solo por mi familia, viene porque te extraño y quiero volver a ser parte de tu vida, pero ya no sólo como un amigo

—Pensé que estabas molesto conmigo debido a que por mi terminaste con tu novia

—Ella no era para mí. Me salvaste de un posible futuro matrimonio fallido— toma mi mano— Siempre quise intentarlo contigo y siento que estamos en el momento perfecto— se acerca a mi boca

—No puedo. Lo siento, Bill— suelto su mano

—¿Es por mí? Sé que no me has visto en dos años y te parece extraño que vuelva y te pida que salgas conmigo, pero mis sentimientos son reales, Victoria, no miento

—No es eso, es que aún no estoy lista para una relación

—Entiendo. Jessie me comentó que acabas de terminar una y esperaré hasta que me des una oportunidad— le doy una media sonrisa y gracias a Dios la comida llegó o de lo contrario el fantasma de Harry me haría llorar como lo ha hecho este mes.

Continuamos conversando de lo que hemos hecho en este tiempo, hasta que la hora de cierre de la cafetería llegó. Bill se ofrece a llevarme a casa y acepto. En el camino continuamos con las risas y bromas hasta que veo que entramos a la calle donde se encuentra Kingsman.

—¿Qué hacemos aquí?— pregunto al instante

—Es un atajo— dice tranquilo y el semáforo nos detiene a un lado de la pared de cristal de la sastrería

No puedo evitar mirar hacia adentro y veo a Eggsy bajar las gradas y a Harry atrás de él revisando unos papeles. Mi corazón se aceleró al verlo de nuevo. Se veía igual de elegante y perfecto que siempre, pero bajó de peso. El semáforo cambia a verde y el auto se movió.

—¿Todo bien?— pregunta Bill al ver mi evidente cambio de humor

—Sí, no te preocupes— doy mi mejor sonrisa y él nota que algo anda mal, sin embargo, no pregunta más para evitar discusiones

Bill me deja sana y salva en mi departamento y se despide con un cálido beso cerca de mis labios.

—¡Lo ví, Jessie, lo ví!— digo entrando a su habitación

—¿Qué? ¿A quién viste?— pregunta mi amiga pausando la película que veía

—A Harry. De camino hacia aquí pasamos por Kingsman y lo ví a él y a Eggsy

—¿Cómo está? ¿Te vió?

—No, no lo hizo. Está bien, pero bajó un poco de peso— me siento en la cama de mi amiga— Mierda Jessie, sigue tan perfecto e irresistible como siempre y yo sigo tan enamorada... como siempre. Tuve que luchar contra las ganas de salir del auto y correr a sus brazos

—Hablando de Eggsy. Mañana es su cumpleaños y nos invitó a la cena. No hay problema si no deseas ir

—¡Quiero ir y quiero ver a Harry!— digo enseguida, por la forma en lo que dije hace pensar que estoy desesperada y sí, lo estoy. Me muero de ganas por verlo de nuevo

—¿Segura?

—Sí. Me preocupa que haya bajado de peso

—De acuerdo, amiga, pero si llegas a sentirte incomoda nos iremos— asiento y la abrazo buscando calmar mi ansiedad

Enamorada de un KingsmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora