//01//

12.1K 639 330
                                    

I

— ¿¡como podré encontrar a una reína adecuada para mi rey?! — pronunció un hombre sentado en su coche — ¡necesito encontrarlo pronto! — un suspiro salió de sus labios, el exasperante frío nublaba su vista, la nieve caía delicadamente sobre sus hombros levemente tensos y no cabía duda que aquella rara situación en la que se encontraba no hacía nada más que utilizar espacio de su retorcida mente. Un sujetos de baja estatura se robó su atención, cargaba bolsas pesadas a la vista y usaba ropa bastante colorida para lo que usualmente se veía por las calles, no dudo ni un segundo en comenzar a seguirlo lo que no le llevó mucho ya que su paradero estaba bastante cerca.

Se mantuvo lo suficientemente lejos para que el sujeto no pudiera sentirlo pero lo suficientemente cerca como para poder verlo entrar y perderse de su vista a causa de la puerta, se movió unos cuantos metros hasta estar cerca de una ventana en la que pudo observar de nueva cuenta al sujeto. Su vista se centró en la colorida golosina azucarada encima de una gran mesa, aquel pastel despertó el apetito de Sanzu enseguida.

El pastel no fue lo único que se llevó su atención, la persona a la que siguió era un hombre que intuía era joven y que al parecer tenía grandes dotes culinarios, aquello logró ganarse su aprobación, el hombre era perfecto para gobernar a un lado de su rey. Lo único que faltaba era la prueba de oro, ¿era virgen? No importaba realmente pero si no lo era le restaba puntos. Sacó de su bolsillo una pequeña navaja de doble uso y forzó el picaporte de la puerta logrando entrar sin hacer ruido en la casa, con sumo cuidado ingresó y observó desde la puerta al hombre.

Una sonrisa se formó al ver el pánico en la expresión contraria, era como ver un pequeño ave apunto de ser enjaulado. Busco en su bolsillo otro artefacto que utilizó enseguida abalanzándose contra el dueño del hogar.

Clavó la aguja en el cuello y comenzó a presionar viendo con devoción como la sustancia se vertía en el cuerpo del extraño, la expresión de horror logró presionar muy fuerte en lo profundo de su corazón siendo la primera vez que se emocionaba tanto como esa vez, sentía la sangre recorrer su cuerpo llegando a parar en una zona peculiar. El extasis que consiguió al sentir el cuerpo del hombre presionándose al suyo logró hacerlo caer bajo un poso sin fondo.

Retiró la aguja y dejó en el suelo el cuerpo, viendo que el problema mayor parecía calmado prosiguió el segundo paso de su plan. Fue hacia la cocina y observó el buen aspecto del pastel, podría ser un buen atributo del sujeto, con su dedo anular retiró un poco de betún de decoración y lo llevó a su boca saboreando el exquisito sabor que llenó su paladar. — frutilla. — murmuró para sí mismo, pensativo volvió hacia el cuerpo del extraño viéndolo intentar mover su cuerpo en un inútil intento de escapar de la rara situación. — no intentes huir, es patético verte intentándolo.

— ¿Q... quién eres? — Sanzu pensó en que responder, desde ese momento se verían hasta su muerte así que no le quedaba de otra que responder.

— Soy la persona que salvó tu vida de la cotidianidad y de la aburrida vida que llevas. — se agachó un poco observando desde más cerca los patéticos intentos de moverse del hombre sonriendo cada vez que su brazo caía

— ¿Qué pretendes? ¿Vienes a robar? Si fueras un ladrón no estarías hablando conmigo, ¿eres un intento de ladrón o solo no tienes con quién hablar? — esta vez fue el momento del sujeto de reír, aquello le quieto la sonrisa al contrario y causó su enojo, más no respondió, saco de su bolsillo una pastilla de un color fosforescente y lo metió en su boca

₊˚ʚMío, solo mío ೃ࿔*:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora