06 𔘓 lea, bahiyyih y su llegada inesperada.

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Kai dormía cómodamente sobre su pareja, con una mejilla completamente aplastada en el fornido pecho del alfa, que acariciaba su vientre con su mano libre

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Kai dormía cómodamente sobre su pareja, con una mejilla completamente aplastada en el fornido pecho del alfa, que acariciaba su vientre con su mano libre. Era un día normal, uno de los muchos sábados donde solo dormían muchas horas o al menos contaban con una siesta (porque vaya que Kai parecía amar dormir esos días), como ahora, que el menor lo había jalado a la cama en media tarde con los ojitos medio cerrados pidiéndole dormir juntos por un rato más.

Sin embargo, esa tarde, el timbre de la puerta los interrumpió, asustando a Kai y molestando a SooBin, quien disfrutaba de la estadía con su pareja.

—Quién diablos será.

Le pidió a un Kai con un puchero en sus labios que descansara en su cama mientras él iba a ver. Caminó hasta la puerta con el ceño fruncido y cuando abrió, las sonrisas de dos chicas lo recibieron, quienes rápidamente lo abrazaron.

—Oh, BaHiyyih, Lea, ¿qué hacen aquí? Es un gusto verlas.

—Igualmente, SooBin —dice la chica menor, de cabellos rizados rubios sonriendo—. ¿Estabas... durmiendo? ¿Qué hacen un sábado durmiendo a esta hora?

Las mejillas del pelinegro se enrojecen, rascando su nuca con una sonrisa avergonzada.

—E-Em bueno...

—B-Binnie, ¿d-dónde estás? —el castaño asoma su cabeza con sus cabellos revueltos, un ojo cerrado y otro abierto, hablando tan suave que sus hermanas chillan al verlo.

—¡NingNing!

Kai abre sus ojos cuando casi cae de espaldas por sus hermanas, quienes corren a abrazarlo, debido a que no lo habían visto en bastante tiempo. SooBin corre y las aparta cuando escucha al menor quejarse, e inconscientemente, gruñe.

—Uh, ¿por qué tan posesivo, Choi? —cuestiona la alfa mayor, levantando una ceja hacia su cuñado.

Había un pequeño detalle que quizás se pasaron por alto Kai y SooBin estos casi cinco meses, el embarazo del omega. Sabían que si lo decían las chicas se volverían locas, y en algún punto, lo olvidaron.

Kai estaba detrás de SooBin, cubriendo su ya demasiado visible vientre.

—No vinimos en mal momento, ¿no? ¿El celo de alguno está cerca?

Ambos niegan y Kai murmura un “iré a cambiarme” antes de desaparecer sospechosamente de la habitación. Las chicas intentan interrogar a SooBin, mientras el menor en la habitación que compartían tenía una crisis pensando en cómo le diría a sus hermanas.

Su vientre era bastante grande, como el de una omega con siete meses de embarazo, tal vez menos, ocultarlo le fue difícil, pero lo hizo a medias (sabía que alguna de ellas lo iba a notar, cuidaban mucho sus detalles al ser el único omega en su familia).

Sale de la habitación con un puchero en su boca aunque está más arreglado que antes y se acerca a abrazar a sus hermanas sin que estas rosen su vientre; las ha extrañado tanto que quiere llorar cuando los tres se abrazan.

SooBin se queda observándolos algo excluido, aunque al final Kai lo invita al abrazo al ver su carita de cachorro.

—¿Quieren comer algo? ¿A qué se debe esta sorpresa? —cuestiona el omega separándose y limpiando su rojito rostro con una manga de la camiseta. El alfa rodea su cintura para atraerlo a sí mismo, provocando que las chicas bufaran.

—¿No lo vas a dejar tranquilo mientras estemos nosotras?

El pelinegro sonríe negando, susurrando un “mío” al lado del oído del omega, que se sonroja.

—Vinimos a ver cómo estabas, nos tenías olvidadas —la rubia hace un pequeño mohín.

—E-Es q-que hemos estado un poco o-ocupados...

Al final decidieron pedir pizza para entrar en una larga conversación, todo iba bien pero Kai estaba demasiado nervioso, sintiendo las pequeñas pataditas de sus bebés quienes sabía que lo sentían. SooBin le pidió que se calmara cuando las chicas se fueron de la habitación, porque podía sentir todo su nerviosismo a través del lazo.

—Me duele la espalda y están pateando mucho, no sé cómo decirlo y me da miedo que reaccionen mal.

—No creo que vayan a reaccionar mal, amor, es normal que tengas miedo pero todo va a ir bien.

Entonces, la castaña y la rubia llegan un tanto confundidas.

—¿De qué hablan?

—Tenemos a-algo que decirles —murmura Kai, intentando no quejarse por las patadas de los bebés, que claramente estaban inquietos por lo tenso que estaba.

—Vamos a tener dos cachorros, chicas.

SooBin termina la oración, dejando a ambas jóvenes sorprendidas y yendo a ayudar a Kai quien había decidido levantarse.

—¿Hablan en serio? —Lea observa a su hermano, quien levanta la gran playera dejando ver un vientre casi redondo pero un poco puntiagudo, con unos pequeños movimientos que hacen a BaHiyyih chillar.

—¡Wow, wow, wow! ¡Pido ser la madrina! ¿Cuántos meses tienes? ¿Ya saben qué es? ¡Es como la lotería! O bueno, no, tal vez un kinder sorpresa o ¡una cajita feliz! Yo- yo- ¿puedo tocar? ¡Nunca he tocado un vientre!

Kai suelta una risita antes de asentir, su hermana era demasiado linda cuando se emocionaba. Tuvo que volverse a sentar a duras penas, odiaba estar en la misma posición por mucho tiempo porque dolía.

La rubia tocó el vientre feliz, sintiendo los suaves movimientos de ambos bebés. La mayor de ambos solo observaba a Kai algo sorprendida, lo que hizo al menor decaer un poco en su ánimo.

—Lea, ¿estás feliz? Tendrás sobrinitos... —pregunta un poco desanimado, sus ojitos algo brillosos y su nariz un poco arrugada. Lindo, demasiado lindo como para lograr sacar una sonrisa en la azabache.

—¡Claro que lo estoy, Ning! Es... muy wow, la verdad me esperaba esto un poco después, pero igual sigue siendo genial.

Ambos sonríen y el ambiente que Kai sentía tan tenso ahora es suave, lo que lo tranquiliza por completo en un pequeño suspiro.

—Respondiendo a las preguntas de BaHiyyih —comienza SooBin, sentándose junto a su omega y apartando a ambas alfas—: Kai tiene cinco meses, los cumplió una semana atrás. Desgraciadamente, los bebés no se han querido mostrar y no sabemos qué son y no, ya nadie va a tocar a mi omega.

Kai ríe por lo último ante lo serio que sonó su alfa, dejando un beso en la mejilla de este.

—¡Ya llegó la pizza! —chilla BaHiyyih antes de correr a la puerta, donde el timbre suena dos veces—. Ay, ya voy, ni que se fuera a derritir.

—¡Quítenle esa pizza! ¡Ella siempre roba rebanadas antes de darla!

Y de ahí, un fin de semana muy divertido comenzó para todos ahí.

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