1. La noticia

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Nada es para siempre. Aquella frase llevaba en mi cabeza desde aquel dia. Todavía me acuerdo perfectamente de aquel 10 de agosto. Por aquel entonces yo tenía dieciséis años y dentro de unos días sería mi cumpleaños.
Mi padre y yo volvíamos en coche de mi club de pádel después de una larga tarde practicando para las americanas . Estaba atardeciendo y el cálido viento que anunciaba el final del verano nos golpeando en la cara.
De repente, un vehículo azul con franjas rojas a los lados, choca contra nosotros haciendo que dejáramos atrás la carretera y cayeramos boca abajo en una rotonda en la entrada de un pequeño pueblo. A partir de ahí no recuerdo nada, solo que aproximadamente una hora después desperté en una camilla de hospital con mi abuela agarrandome la mano y llorando de felicidad al ver que había despertado y a mi abuelo que acababa de salir a avisar a una enfermera.

- ¿ Y papa ? - Fue lo único que conseguí murmurar

Entonces mi madre entró por la puerta de la habitación con cara de preocupación.

- ¿ Que pasa, hija ? - dijo mi abuelo sentándose en la butaca que estaba a mi lado mientras examinaba a la enfermera que, con cautela, colocaba bien la vía intravenosa que tenía en el brazo.
Entonces, mi madre soltó la gota que colmó el vaso:

-Papá ha muerto - consiguió decir antes de ponerse a llorar.

No sabía que hacer, mi padre, a parte de mi hermana Claudia y mi mejor amigo Alec, era mi pilar en la vida : la única persona que me animaba en los malos momentos; que me ayudaba en cualquier cosa; que le tenía suficiente confianza como para contarle los problemas con mis amigas; que se enteraba de mis suspensos en matemáticas y por supuesto fué una noticia que me derrumbó

Nada es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora