Al día siguiente, me dieron el alta y cuando llegué a casa me encerré en mi habitación toda la tarde. No tenía ganas de hacer nada, ni de comer ni de hablar con nadie.
Los próximos días me los pasé tumbada en la cama llorando y escuchando música con mis auriculares. Desconecté mi móvil porque no quería recibir llamadas y mensajes de gente con la que apenas hablaba preocupándose por mí. Suficiente tenía con las amigas de mi madre que pasaron el fin de semana en casa. ¡¿ No entendían que quería estar sola !?
No sé ni cómo ni porque, pero una mañana decidí salir a correr intentando que nadie que me conociera me viera. Mis esfuerzos fueron en vano ya que volviendo a casa, un compañero de clase me reconoció y comenzó a caminar en mi dirección.
- ¡ Mar ! - le oí gritar
- Hola Marcos, ¿ Que tal ? - le pregunté por no ser maleducada.
- ¿ Como estás ? Ya me han dicho lo de tu padre, lo siento mucho. - Genial, ya se había enterado media España. ¡¿Esque en un pueblo todo el mundo se a de enterar de todo?!
- Bien, ya veo que te has enterado... - No sabía muy bien que decirle a si que respondí muy secamente.
- Si, ahora en el pueblo sólo se habla de la muerte de tu padre. Bueno, nos vemos el lunes - tras decir eso se fue, diría yo que fue porque notó que la conversación no iría a ningún lado.
Cuando conseguí llegar a casa, me volví a encerrar en mi habitación. Aislada de todo lo que me recordaba a él.
No sabía lo que me estaba pasando, notaba que una parte de la chica que era antes había desaparecido, cómo que no era 100% yo y temía que nunca volviera a ser lo.
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Nada es para siempre
Novela JuvenilMar era una chica joven, pero llevaba desde el principio de su existencia sin ningún propósito en la vida o eso pensaba ella. Al final del verano, tendría que asistir a una universidad del centro de Madrid. A parte de no saber qué estudiar, ha de in...
