Nada es para siempre

7. La cena

Me puse el vestido que mi madre me regaló en mi pasado cumpleaños, era azul cielo con flores blancas.

Al bajar las escaleras, me inundó un magnífico olor a comida.

Cuando ya estaba abajo, picaron al timbre y mi madre fue a abrir.

Por la puerta entró un señor alto con el pelo castaño, no estaba mal. Pero eso no quitaba la pequeña parte de rencor que le tenía a mi madre.

- Hola, soy Daniel, tú debes de ser Mar ¿ Verdad ? - me saludó cordialmente

- Sí, encantada - la respondí por amabilidad porque no quería que pensara que ese antipática

Estuvimos toda la cena hablando de trivialidades hasta que mi madre fue a por el postre y se me ocurrió preguntarle de que trabajaba, porque la verdad es que no tenía ni idea.

- Una pregunta Daniel ¿ A que te dedicas ? - intenté no parecer que quería hacerle un interrogatorio, aunque esa haya sido mi idea principal.

- Soy director de cine, he dirigido películas poco famosas pero también películas en las que salía mucha gente famosa - intentó explicárme

- Que guay - me quedé fascinada por lo que me acababa de contar

- ¿ Ya sabes a qué te vas a dedicar ? - me preguntó intentando mantener una conversación ya que no había hablado en casi toda la cena

- Pues la verdad es que no lo sé - dije como si no saber cómo ganarse la vida fuera lo más normal del mundo

- Bueno, ya lo averiguarás

Mi madre entró por la puerta del comedor con un enorme pastel de chocolate, mi favorito.

Después del postre, Daniel se marchó y me quedé en el salón con mi madre.

- ¿ Que te ha parecido Daniel ? - me preguntó

-  Pues no está mal y su trabajo mola - respondí

- Mañana va a venir a comer ¿ Te parece bien ?

- Claro, pero ahora no te pases y que no venga todos los días

- Vale, parece que te ha caído bien

- Si bueno, no está tan mal como pensaba