𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 7 - 𝕽𝖊𝖈𝖚𝖊𝖗𝖉𝖔 (Especial 14 de febrero)

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Amelie estaba sumida en sus pensamientos luego de informar a su primo y Zuri de como estaban las cosas, miraba la pluma y el tintero con cierta nostalgia, dejo su pecho contra la mesa y comenzó a jugar con las hebras de la pluma, sus ojos miel se cerraron lentamente hasta quedar dormida.

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Despertó de un salto, y corrió lejos de la cama, alistándose como loca. Henley, su compañero de la academia de magia le había pedido que la acompañara al Imperio de Occidente, supuestamente por pedido de Mckenna, cosa que pensaba era cierto pues el rubio era demasiado competitivo con ella.

Salió de la habitación que le correspondía dentro de la academia, y salió corriendo a la entrada, donde Mckenna esperaba pacientemente a la joven. Apenas la miro acercarse, sonrió suavemente.

- ¿Y Henley?

-Se adelanto.

- Supongo que después de todo preferiría que no fuese con él.

- No es eso... no le digas que te conté, pero su hermano le organizo una pequeña fiesta, así que te invito. Pero requerían de el así que se adelanto, andando.

Amelie solo podía reír suavemente ante las reacciones suaves de Mckenna ante sus preguntas. Subieron a un carruaje que los llevaría directamente a Occidente. Por otro lado, la joven se quedo ida unos momentos, pensando que tan difícil seria acoplarse a la nobleza en esta fiesta. Luego de abandonar el palacio de Oriente cuando entro a la escuela de magia, no pudo evitar sentir que ya no encajaba.

Había probado totalmente la libertad de no recibir ordenes de como deber vestir, como debe portarse frente a otros y sobre todo, como debía ser su actitud en todo momento como hija del emperador. Si, era hija de una concubina noble, pero eso no quitaba que ella prefiriera seguir siendo una simple estudiante con suerte que era plebeya.

Tal vez sufría por la escasez de algunas cosas, pero el placer de soltarse y estudiar magia y no repasar etiqueta las veinticuatro horas del día la hacían sentir feliz. Pasaron las horas y de un salto Amelie despertó. Estaba medio oscuro y ya estaban cerca del camino al palacio de Occidente, ya habían salido de Oriente. Una sonrisa suave salió de ella.

- Anda duerme un poco, has estado viendo por la ventanilla todo el rato.

- Ah, estaba pensando, pero creo que tomare la oferta.

Mckenna le sonrió con calma y se acomodo en el asiento, mirando a la ventana. Amelie solo sonrió y cerro los ojos acurrucándose contra la ventana. Solo unas horas después el carruaje se detuvo, una mano la toco del hombro y la movió un poco. Abrió los ojos encontrándose con Mckenna, sonriéndole dulcemente.

-Ah, andando ya llegamos.

La pelirroja asintió y bajo del carruaje, Mckenna la sostuvo de la mano mientras reía pues Amelie parecía un pequeño cervatillo recién nacido. Se tambaleaba, era obvio que sus piernas resentirían el viaje al ir totalmente sentada. Mientras caminaban hacia el palacio, se encontró con Henley mirándola fijamente con una sonrisa retadora en labios. La sonrisa de Amelie fue de burla, así que solo se miraron en silencio, compartiendo sus sonrisas que demostraban su competitividad como magos. Mckenna se aclaro la garganta cuando acercándose a Henley venia alguien muy similar a él y una mujer de cabellera castaña.

Amelie quedo hipnotizada, la mujer le recordaba mucho el porte tranquilo de Navier, aunque no eran iguales, sintió que extrañaba a su amiga. Parpadeo un par de veces mientras el hombre se acercaba. Hubo silencio, Henley rápidamente se posiciono al lado de Amelie.

- Hermano.

- ¿Quien es esta chica?

- No es lo que parece, es una compañera de la escuela de magia, somos rivales pero le tengo aprecio... así que decidí invitarla.

-I·ᴍ ᴀ Vɪʟʟᴀɪɴ﹖-     𝐿𝑎 𝐸𝑚𝑝𝑒𝑟𝑎𝑡𝑟𝑖𝑧 𝐷𝑖𝑣𝑜𝑟𝑐𝑖𝑎𝑑𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora