Cap. VII

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ADVERTENCIA DE +18.

Francia.

Lo tomo de los sus fornidos hombros y lo empujo contra la pared, él advierte mis intenciones y busca mis labios desesperadamente, en pocos segundos nos fundimos en un beso pasional y caricias. Me toma de la cintura y me apega a su cuerpo, me levanta lentamente y lo abrazo con las piernas para sostenerme, camina hasta el escritorio de la oficina y con cuidado me deja sobre este sin dejar de besarme, recorro su musculosa anatomía con mis manos y lentamente le quito su camisa, él hace lo mismo con la mía y poco a poco sube su mano por el interior de mis muslos acercándose a mi húmeda entrepiernas, hace que me recueste sobre la fría madera del escritorio y comienza a besarme los senos...

Un sonido muy fuerte se oye en la cocina.

¿Qué fue eso?

¿Quién se atreve a interrumpirme cuando estoy leyendo?

—¿Charlie?.

Se fue hace una hora, pero se le debe haber quedado algo.

—¿Charlie eres tú?— pregunto otra vez cuando escucho otro sonido—¿Hugo?

¿Y si es un ladrón?

Cierro el libro y me levanto rápidamente, agarro mi teléfono y dejo en marcado rápido el numero de David, me dirijo a la cocina intentando no hacer ruido, me asomo por la puerta y veo una silueta de alguien alto, me asomo un poco más y es un hombre vestido completamente de negro, es mucho más alto que Hugo y no tiene el cabello rojo así que está completamente descartado.

—¿Quién eres y porque estás en mi casa?— le grito apuntándole con la mano donde no tengo el teléfono.

—¿Ahora no me conoces?—dice una voz muy conocida para mí, se gira y ahí está, el único chico tan loco como para entrar a la casa de alguien sin su permiso y de noche.

—¿Qué haces aquí Oliver?—digo relajando los músculos que se habían tensado por la posibilidad de que hubiera un ladrón— te he dicho mil veces que no puedes entrar a mi casa.

—Tengo que alejarme de mi casa un rato y tenía mucha curiosidad por ver tu casa por dentro—dice mirando a su alrededor.

—Eso no te da derecho a entrar sin mi permiso Oliver— digo molesta yendo a donde está él para sacarlo de mi casa.

—¿Cómo puedes tener tantas plantas dentro y fuera de la casa?—dice con una media sonrisa.

—Me gustan las plantas—digo encogiéndome de hombros.

—Si, eso lo noté.

—Ya viste mi casa, ahora vete— digo señalando la puerta

—No me quiero ir, de verdad no aguanto a mis padres ni un minuto más, además tenemos que celebrar que entramos a la banda— dice sonriendo.

—Si querías celebrar podrías haber ido con Leila y los demás—digo algo molesta.

No me gusta que la gente entre a mi casa, pero tener a Oliver, de noche, en mi casa, los dos solos, me hace sentir ansiosa.

—¿Si hubiera sido un ladrón te ibas a defender con eso?—dice con una risa socarrona.

Miro mi mano y aún traigo el libro que estaba leyendo.

—Te habría dolido, son casi 700 páginas— digo con una risa nerviosa.

—¿A ver?— dice intentando tomar el libro.

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