Capítulo diez

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¿Cuántas vidas tengo?

Capítulo: 10.

*_Un fic de Ana y Manuela_*

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*PUNTO DE VISTA DE RÍO*

Me encaminé rápidamente hacia Nairobi y la miré sin emoción.

—¿Qué dices? —Pregunté, como si no le hubiese oído bien la primera vez.

Todo la banda estaba expectante, viéndonos. Como si un juego de ping pong se tratase.

—Tokio me llamó —Confesó— Me contó de la discusión que tuvieron. Me dijo que tenía miedo de no ser buena madre. Estaba tan aterrada que no pensaba con claridad.

¿No pensaba con claridad? Joder, no. Rogaba porque no fuese lo que estaba imaginando.

—¿A qué te refieres con que no pensaba con claridad? —Interrogué, teniendo miedo de la respuesta que obtendría.

—Tras la pelea ya no estaba segura si ibas a quedarte feliz descubriendo un embarazo, Río. Tokio tenía miedo de tener el bebé sola y ser como su madre.

Volteé y miré al profesor, que tenía una cara que demostraba lo mucho que le dolía por todo lo que Tokio tuvo que pasar en su infancia y juventud. Y en ese instante, me di cuenta de lo mucho que Sergio quería realmente a Tokio. Entonces recordé uno de nuestros momentos más íntimos.

_"—Mi madre se inventó un truco. Era una puerta mágica. Y, si yo tenía miedo podía cruzarla y ella estaría al otro lado. Me dijo que solo podía abrirla una vez. Una vez en la vida, cuando lo necesitara, pero una vez –Decía, como si el solo hecho de pensar en eso le afligiera. Respiró profundo y siguió– Así que cuando tenía miedo, pensaba: "Todavía puedes aguantar un poquito más. Un poco más". Pensaba que al día siguiente podría tener más miedo y sentirme más sola y necesitar abrir la puerta... Yo nunca la abrí."_

Rogaba de manera interna para que no hubiese abierto la puerta aún, que aguantase un poco más, como solía hacerlo en cada situación difícil. Porque ella siempre aguantaba, hasta el final. Y yo definitivamente iba a estar con ella. Siempre.

Pero en esa ocasión no era así. Y joder, si ya me sentía culpable antes ahora consideraba que le había fallado en todos los sentidos.

—Que ella te iba a contar Río, te lo juro. Se fue a la casa para contarte, o algo así, pero creo que pelearon otra vez, todo se puso mal y ahora estamos aquí... O no sé.

—¿La convenciste de tener al bebé estando completamente herida por todo lo que le hice yo?

—Ganas de matarte no me faltaron, eh.

—¿Qué más te dijo?

—Después que desahogarse por completo y llorar un poco, le conté lo que era realmente ser madre. La animé lo más que pude y le dije que después de saber lo que implicaba tener un hijo, podía elegir lo que quisiera. Luego de eso se sintió muy animada la verdad... Y me invitó a ser la madrina del bebé.

¿Madrina? Sí, sin duda. No conocía a alguien más amorosa con los niños que Nairobi.

—¿Y qué respondiste?

—No me jodas, Río, ¿Tú qué crees? Por supuesto que sí.

—Gracias, Nairobi. Eres una ángel, ya veo porque Tokio te aprecia tanto –Dije mientras la abrazaba.

—¡Enhorabuena Nairobi! Pero parece que ahora tienes que escoger al padrino de tu hijo, Río –Me dijo Mónica.

—Sí, y tengo una propuesta para dos hombres.

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