Mi primer día de trabajo

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Jaime llego temprano, apenas acababa de levantarme, ni siquiera me había vestido

-¿Ya estás aquí? Es pronto

-Quiero llegar el primero para poder enseñarte la oficina con tranquilidad, antes de que lleguen los otros

-¿Cuantos sois?

-Ahora somos tres. Cuatro contigo. Antes éramos cinco, pero los otros dos se licenciaron la semana pasada y todavía no los hemos reemplazado

-¿Todos los que ocupan ese puesto son soldados?

-Sí. Algunos deciden reengancharse con lo que se quedan más tiempo. Pero con el tiempo piden el traslado a su lugar de residencia y volvemos a coger a cadetes, de ese modo no tenemos que estar enseñando continuamente. Tendrían que haber empezado la semana pasada, antes de que los otros se fueran. Pero como yo no estaba aquí, porque fui a Sevilla a resolver unos asuntos importantes, y había mucho trabajo, pensamos que sería más conveniente posponerlo. De ese modo mis compañeros podían centrarse en su trabajo sin la intervención de alguien nuevo que necesita constante ayuda, hasta que se hace con el trabajo.

El día que te encontré, después de dejarte en casa, llame al coronel para informarle de tu situación. Le dije que tenía la intención de traerte. Ambos decidimos no meter a nadie así tú podrías realizar el trabajo

-¿Por eso cuando te pregunte en que trabajaría no me lo supiste decir?

-Sí. Tenía que contar con la aprobación del coronel

-Si te hubiera dicho que no ¿Qué hubiera pasado?

-Hubiera buscado otro trabajo. Nunca rompo una promesa. Aunque estaba seguro que no se opondría

-Pero no me prometiste nada

-Te ofrecí trabajo, no cumplir  mi palabra, para mi seria como romper una promesa

Nos pusimos a desayunar, yo lo hice en pijama no quería que se me enfriara el café, que como de costumbre Jaime había traído.

-¿No íbamos a preparar la comida nosotros?

-Solo de vez en cuando. Si nos pusiéramos ahora a preparar café llegaríamos tarde

Después del desayuno me vestí y nos dirigimos hacia el edificio donde se encontraban las oficinas. Estaba contenta y deseando empezar en mi primer día de trabajo. El primero que nervios. ¿Sería capaz de estar a la altura del trabajo a desempeñar? Debía hacerlo. Debía esforzarme al máximo para conseguirlo. No podía defraudar a Jaime después de la confianza que él estaba depositando en mí. No podía dejarle en mal lugar frente al coronel, que le había apoyado en su decisión. Una decisión tan espontanea, que me resultaba difícil de creer, a pesar de estar viviéndola. Porque ni que decir tiene que esto es una locura. Dos personas que no se conocen de nada y que confían la una en la otra, sin hacer ningún tipo de pregunta.

Entramos al edificio, en el que todavía no había nadie. Había tres mesas en aquella habitación, varias estanterías y bastantes archivos. También había un sofá de tres plazas y varias sillas, todos ellos de espalda a un gran ventanal que iluminaba toda la sala. Al fondo había una puerta

-Este es el sitio donde trabajaras más adelante cuando hallas aprendido. Eso son los archivadores a los que tendrás que acceder para realizar el trabajo

Nos dirigimos hacia la puerta que antes he mencionado. Dentro había dos mesas y una estantería de pie. También había dos sillas delante de la mesa principal y otro gran ventanal a la espalda de estas

-Este es mi despacho y aquí está tu mesa – dijo señalando la mesa que estaba más cerca de la entrada – trabajaras aquí de momento

De pronto se presento un oficial

Buenos días – dijo

Buenos días – contestamos los dos a la vez

-Te presento al coronel, ella es Clara

-Por fin te conozco. Mi mujer no para de hablar de ti. Perdona que no te haya dado la bienvenida antes, he estado muy ocupado

-No se preocupe ya lo ha hecho su mujer, que es encantadora

-Eso lo dices por qué no tienes que vivir con ella

-Eres un exagerado Alejandra es genial – dijo Jaime que lo trataba con bastante familiaridad

-Tu tampoco vives con ella – dijo echándole la mano al hombro y mirándolo a los ojos, luego se dirigió a mi - Espero que te vaya bien en tu primer día de trabajo y no le dejes que te de mucha caña, si te trata mal avísame enseguida – dijo sonriéndole a Jaime con la misma familiaridad

-Lo tendré en cuenta. Por cierto, quería darle las gracias por la oportunidad que me ofrece y espero estar a la altura del trabajo – le dije yo un poco tímida, pues a pesar de haber sido muy simpático conmigo, tenía un aire en sus facciones que reflejaban rectitud y seriedad. Probablemente se debiera al rango que ocupaba y a los años que llevaba ejerciéndolo

-Seguro que lo harás bien. Bueno me voy, os dejo trabajar

Se marcho tan deprisa como había venido

-Siempre esta quejándose de su mujer, pero no puede vivir sin ella – dijo Jaime en cuanto el coronel se fue

-Tienen los dos el mismo carácter alegre

-Sí. Son tal para cual

Se volvió a abrir la puerta principal y entraron dos soldados

-Os presento a Clara, ellos son Daniel y Esteban – dijo señalándolos

-Encantado – dijeron los dos al mismo tiempo

-Lo mismo digo – conteste

-Bueno ya os iréis conociendo, ahora empecemos con el trabajo, que se nos acumula – dijo Jaime

Entro a la oficina y busco entre los papeles que había en mi mesa

-Sígueme – dijo llevándose consigo unos papeles

-Esta es la fotocopiadora, hay que hacerle fotocopias a todos estos papeles

La puso en funcionamiento y me enseño como se manejaba, luego volvimos al despacho y me enseño lo que tendría que hacer en el ordenador. Estuvimos trabajando toda la mañana, cada uno en su mesa, sin hablarnos. Solo cuando tenía alguna duda, se acercaba hasta mi mesa, para resolverla y volvía a la suya.

-Bueno por hoy ya esta, deberíamos irnos a comer algo

-¿Que vamos a comer? Ayer no preparamos nada

-Iré al comedor haber que hay. Espérame aquí, no tardo

-De acuerdo

Al salir saludo a los dos soldados y se despidió de ellos

-Podéis iros, mañana nos vemos

-Hasta mañana – se despidieron ellos. Yo Salí también para despedirme

-Nos vemos mañana - dije

-¿Te quedas? – pregunto Esteban

-Sí. Esperare a que venga Jaime

-Hasta mañana entonces – dijo David y se marcho, Esteban lo siguió, saludándome con la mano

Yo me puse a ordenar mi mesa mientras esperaba. Estaba llena de papeles por todos lados. Tenía trabajo terminado para archivar, pero Jaime no quiso que lo guardara, porque era entretenido y le corría más prisa archivar en el ordenador. Los clasifique en dos montones. Los que estaban terminado y los que no

Jaime llego enseguida. Cerramos todo y nos fuimos a casa

-¿Que te ha parecido el trabajo?

-Es muy entretenido. Me gusta

-Me alegro

Amor verdadero ¿O no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora