Cambio de Roles.

11 - Nuevamente, no aguantas un día sin mí.

Correr no, lo siguiente. Eso es lo que estaba haciendo ahora mismo. Joder, si tan solo la maldita rueda de la bicicleta no se hubiera pinchado. Mariel la usa por las mañanas para hacer ejercicio y se le habrá pinchado a ella ¡Pero eso no interesa! No sé por qué coño salí como una luz disparada hacia la casa de Rubius a las ocho de la noche. No puedo creer lo idiota que soy, no puedo creer lo cabeza dura que soy. ¡Es que... No tengo escusa! No tengo un justificativo válido de porqué hago lo que hago. Cuando escuché las palabras de Mangel, simplemente tiré el móvil a algún lado de la habitación, cogí una sudadera y corrí hacia la calle.

- ¿Por qué debería ir con él después de lo que hizo? – pregunté a Mangel sin ni siquiera importarme de lo que le había pasado.

- ¿De qué estás hablan-

- ¡No iré en busca de un tío que me golpeó! – grité furiosa. De fondo se escuchó una voz apagada... "Yo le dije eso" y luego un suspiro de Mangel. ¿Qué coño?

- ¡Él nunca te hizo nada malo! ¿Crees que haría algo así? Joder, ven aquí ya – ordenó autoritario.

Y luego de eso me encontraba nuevamente en una noche fría, helada como la mierda que me golpeaba el rostro y las manos. ¿Cuántas veces se repetirá esta escena? ¿Cuántas veces saldré corriendo a por Rubius? Joder, no lo sé, solo sé que esto es tan confuso. Nunca imaginé cuando estuve en esa camilla de hospital que mi vida sería así. La heladería, la fábrica, nuevamente se dejaban ver a oscuras a mis lados. Mis piernas ya me dolían, me estaba esforzando a más no poder para llegar lo más rápido que pudiese. Luego el edificio gris en la esquina y ya me encontraba allí. Alex baja a recibirme con una cara de preocupación que ni te imaginas. ¿Qué ha pasado?

- Rápido – me dice cuando abre la puerta. Caminamos rápido hasta llegar al ascensor.

- ¿Qué le ha pasado? –

- Cuando llegamos al apartamento no quería abrir – explica con su dedo insistente en el botón del elevador – Dijo que estaba ocupado, que regresáramos luego pero ya estábamos aquí. Íbamos a comer unas pizzas y grabar algo antes de que se vaya a Noruega en unos días –

- ¿Unos días? – pregunto confundida.

- Si, ha sacado un boleto antes de tiempo. – Dice y ya estamos entrando al elevador – Golpeamos la puerta muchas veces, es raro que él no nos abra. Luego escuchamos el ruido de un cristal al romperse, tratamos de derribar la puerta al no escuchar respuestas de él. –

Suspiro bajando mi mirada, con mis manos en el rostro tratando de procesar cada cosa que me dice Alex. ¿Por qué quería irse antes si los planes eran quedarse un mes? ¿Por qué se encerró? Joder. La melodía del elevador fuera de momento nos inunda y me pregunto por qué Alex no quiere contar más o ha parado de hablar. Le tiro una mirada y tiene los ojos húmedos. Va a llorar.

- Oye... No – musito y lo abrazo. – Shhh – susurro tratando de abrazarlo fuerte, como diciendo que todo está bien pero no puedo. Tal vez es porque no puedo dar lo que yo no tengo. Los dos necesitamos de apoyo. Alex levanta la mirada y veo sus ojos rojos y sus mejillas húmedas. - ¿Qué ha pasado? –

- E-el...- no puede terminar la frase que se abren las puertas de acero y Cheeto ve a Alex en esos estados desde el pasillo. Trato de tranquilizarlo mientras lo convenzo de entrar al apartamento.

- No te rayes tío – dice Cheeto palmando su espalda. Yo me apresuro a entrar, no es que no me importe Alex, pero hay un tío dentro del apartamento que está en peores problemas. Si lo piensas bien recibir una llamada en la noche con una voz desesperada que pide que vayas y ver a Alex llorar... ¡Joder! No sé qué pensar hasta que...