Capítulo 16: Entre palabras.

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Patana toca la puerta de una casa mientras esperaba junto a su compañero que abrieran.

—Psst, Patana —Dice el perro en tono bajo intentando no llamar la atención recuérdame a quién buscamos.

—Es obvio, ¿qué persona sabe más del Tio Bodoque en todo el mundo?

—Ah… —vacila un poco antes de contestar— ¿Tulio?

—Noo, El tío Tulio y el tío Juan Carlos si bien se conocen mucho hay otra persona que lo conoce mucho mejor.

—Te refieres a... PATANA PERO NO QUE-- ¡NO PUEDES LLEGAR A SU CASA Y CONTARLE QUE A BODOQUE LE SUCEDIÓ TODO ESO!-

La puerta de pronto se entreabrió unos centímetros. Luego se abrió de par en par y la señora detrás de la puerta se nos quedó mirando mientras esbozaba una cálida sonrisa. Se trataba de una coneja rojiza, con unas gafas puestas y sosteniendo un pequeño libro en su mano derecha, probablemente interrumpieron su lectura.

—¿Si? ¿Qué se les ofrece?— preguntó sin dejar de sonreír.

—Hola señora, somos-

—¿Testigos de Jehová? Ay santo cielo es la tercera vez que vienen hoy, escuchen no estoy interesada en escuchar sobre religión ¿si? así que por favor les pido qu--

—NO ESPERE, NO SOMOS NADA DE ESO. Soy Patricia Ana, o más conocida como Patana, sobrina de Tulio Triviño y este es mi compañero Mario Hugo, somos periodistas muy serios y seguramente nos habrá visto en la tele… Pero bueno mire, de verdad nos urge hacerle unas preguntas, que descuide, no haremos públicas. Vera, su hijo Juan Carlos y mi tio como bien sabrá ahora son pareja, asi que...

—Oh, ¿así que esos dos al final terminaron confesando lo que sentían? jaja—. Comenta sin mostrar sorpresa—Ya se habían atrasado... bueno, pasen entonces.

—¿Él tío Bodoque no se lo había contado?— La más alta se sentó en el sofá unos segundos después de que la coneja se los ofreciera.

—No, hay cosas que jamás me dijo pero que yo siempre supe.

—¿Y cómo lo supo?

—Bueno, soy su madre ¿quién podría conocerlo mejor que quién lo crío? miren, lo que Juan Carlos sentía por su amigo Tulio, existe desde que eran pequeños. Solo que fue muy tímido y nunca se lo dijo, o tal vez fue su orgullo lo que siempre lo frenó.

—¿Juan Carlos de verdad lo quiere desde hace tantos años?— Mario Hugo queda boquiabierto por la sorpresa.

—Sí, lo quiso incondicionalmente por encima de todas las cosas, aunque le costaba demostrarlo.

—Ya veo. — Respondió Patana a lo que iba anotando unas cosas en una pequeña libreta.

—Supongo... que tuvo miedo.

—¿Miedo de qué señora?— Preguntó confundido mientras comía una galleta de un tazón que había sobre la mesa.

—Quizá, algo así como el miedo de jugar todo el dinero de que dispones en la vida a un solo número.

—Jeje, tratándose de un ludopata como Juan Carlos creo que ya sabemos porque al final se le declaró...— contesta el perro no muy alto disimulando lo dicho tosiendo.

—Y en algún momento le dio algún tipo de regalo o alguna cosa física que representará el cariño que le tenía a mi tio? No lo sé, quizá como… Flores, collares, brazaletes, anillos... Cartas? —Insistió la de cabello naranja en el tema.
—Ahora que lo mencionas... Sí, le escribía cartas. Aunque, quizás en el fondo ni siquiera Juan Carlos sabía que era lo que quería. Como si hubiera reconocido ese sentimiento que tenía hacía su amigo pero, al mismo tiempo, como si le disgustara saber que estaba interesado en él, o en alguien como él. Recuerdo que varias veces venía y me decía cosas como:

𝙿𝚘𝚕𝚎𝚖𝚒𝚌𝚘 𝚛𝚘𝚖𝚊𝚗𝚌𝚎 | 𝚃𝚞𝚍𝚘𝚚𝚞𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora