Fyolai. Sorpresa

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Nikolai había salido el día anterior y no le dijo a Fyodor donde iría, siendo que cada que salía le preguntaba si quería acompañarle a sus travesuras. Pero esta vez no fue el caso.
El azabache lo estaba esperando mientras leía acostado en su cama, nunca llegó esa noche, vaya pena sintió porque no podría preguntarle si querría ser su San Valentín al día siguiente.
Temprano en la mañana, el sol se asomaba a través de las cortinas, pero no era un sol tibio, no era más que una simple luz. Hacía frío esa mañana, y se notaba aún más con la ausencia de ese payaso con el que compartía sus días desde que se conocieron.
Normalmente se levantaba a organizar sus cosas o leer, ese día fue la excepción, no tenía animos para mucho. Abrazaba una almohada para entrar en calor, pensó en llamar a Nikolai para saber si estaba bien, siempre llegaba, ¿por qué ese día no? En fin, que no contestó ni la llamada, ni los tres mensajes que envió después el ruso.
Miraba la nada esperando a que su teléfono sonara, esperó y esperó, llevaba unas dos horas así, pero parecía eterno.
Fyodor se encontraba recayendo en su sueño, se "encontraba", lo despertó un sonido de madera proveniente de su puerta, no habían pasado ni 3 segundos y ya estaba parado frente a esta, listo para abrirla y recibir a su amado.

— Ni- —pronunció antes de quedarse congelado al ver algo en la mano derecha del albino que estaba ligeramente levantada.

Su sonrisa se desvaneció. Una bomba, el contrario le sonreía mientras que la mecha de la bomba cada vez se iba acortando.

— Feliz San Valentín~ —fue lo único que escuchó antes de que estallara aquella bomba.

︎Oscuridad, fue todo lo que se veía apenas abrió sus ojos, las yemas de sus dedos tocaban su cara, no sentía dolor y no parecía tener quemaduras o bendaje encima. Estaba sentado en algún lugar, ya no sentía frío, tenía una especie de abrigo encima.
Una llama de fuego apareció frente a él, Nikolai le sonreía y encendió un par de velas.

— ¡Despertaste, Dos kun!

— ¿Nikolai?

— ¿No te parece lindo este lugar? —dijo levantando una de sus manos.

Observó y parecía una carpa, específicamente, de circo. Entre ellos había una mesa con elegantes cubiertos, copas y una comida que lucía apetitosa.

— ¿Qué es todo esto, Kolya?

— Una cena, ¿no te lo dije antes?

Fyodor lo pensó, quizás...

— ¿Por San Valentín?

— ¡Correcto!

— Vaya... No necesitabas hacer todo esto —rió el azabache.

— ¡¡Claro que sí, Dos kun!!, quería que fuera una sorpresa

— Me sorprendió que te aparecieras a las 9 de la mañana con una bomba

— ¿Estás molesto?

— No, a decir verdad, fue algo original

Ambos reían, Nikolai sirvió algo de vino y así pasaron su velada durante un rato.

— Aún queda una sorpresa, Dos kun... Disculpame~!

Buscó usando su abrigo, era otra bomba pero que apenas sacó, explotó y le dejó inconciente.
Nuevamente fue oscuridad lo que le rodeaba, pero ahora estaba recostado sobre algo suave, similar a su cama.

— ¿Ya despertaste?

Esa traviesa voz se hizo presente, Nikolai se subió sobre la cama y unos cuantos pétalos cayeron sobre el de ojos violáceos, otras velas se encendieron sobre la mesita que estaba a un lado de su cama, pudo ver que los pétalos eran de unas rosas color carmesí.

El albino se acomodó junto al pelinegro, dió unos cuantos besos en su mejilla y dejó uno de sus brazos sobre el pecho de este, abrazandolo.

— Te extrañé ...esta mañana

— Aww, ¿lo dices enserio, Dos kun? Haces que mi corazón salte de alegría~

Fyodor pasó ahora uno de sus brazos sobre Nikolai, miraba sus brillantes ojos y esa hermosa sonrisa que le animaba todos los días, aquella persona era su debilidad, algo que se mantenía secreto dentro de él.
El payaso se levantó a preparar un desayuno para ambos, cuando Dostoyevski lo notó, se levantó y fue hasta la cocina.
A Gogol le encantaba ver el cabello despeinado de su pareja, le hacía ver lindo a su parecer.

— Toma asiento, estará listo muy pronto

El contrario asintió y tomó asiento, resfregaba sus ojos aún con sueño. El albino se acercaba con una bandeja hacia él, el desayuno eran unos hotcakes con una taza de té, pero además de eso, algo llamó la atención del pelinegro...

— Kolya, ¿que es eso?

— ¡Abrelo, Fedya!

Un par de anillos de plata estaban dentro de la pequeña caja, Dostoyevski ya había previsto todo,, menos eso.
Sus ojos se abrieron y tapó su boca con una de sus manos, miró a Gogol. Se levantó y le sonrió, su mirada se notaba mucho más viva, algo que alegró al albino.

Lamentamos que este One-Shot sea más corto que los demás, andabamos cortos de ideas (。= ´ω`=)
muack!!

San Valentín - Bungou Stray Dogs One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora