Ranpoe. Una carta de amor

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Era una noche oscura y fría, un escritor se encontraba tirado en su habitación junto a una botella de whisky y unos papeles desparramados a su alrededor, su cerebro nunca había estado tan seco y muerto. Estuvo horas y horas tratando de escribir algo tan simple como una carta, pero nada salía, todo era un sin fin de malas ideas, nada que pudiera gustarle al que le entregaría uno de esos papeles.

Karl había visto como su dueño se estaba comportando de forma extraña, no parecía siquiera que fuera el verdadero Edgar Allan Poe, y pues, nunca lo había visto así; Poe no era alguien que fuese de beber alcohol hasta parecer otra persona, y mucho menos como para quedar tirado. Esto tenía preocupado al pequeño mapache, quien le había traido un dulce al de cabellos oscuros, y este lanzó un golpe al aire que por suerte a Karl no le pasó nada.

¿Que podía hacer un mapache en esa circunstancia? No podía avisarle a cualquier persona, quizá alguien que le entendiera sus señas. Podía ser Lucy, varias veces habían jugado juntos y su dueño, pero no sabía donde vivía. Otra persona que pasaba bastante tiempo con el escritor era... Ranpo san! Algo sabía Karl de como llegar a la agencia, habían ido muchas veces.

Corrió hasta el cuerpo tumbado de su dueño para avisarle que saldría, este lo miró y gruñó, dándose vuelta e ignorando las acciones de su compañero. Karl manchó una de sus patitas y marcó una hoja, siempre hacía eso cuando salía y Poe no estaba.

Saltó a la puerta desde una mesa, así jalando la manilla y abriendola, como aveces salía tenía una cuerda del otro lado, que le permitía cerrar la puerta, luego vería como entraba de nuevo. El plan por ahora era buscar a Ranpo.

Daba pequeños pasos con sus cuatro patitas buscando cosas que le resulten familiares y ubicarse en medio de la ciudad de Yokohama, pasó por al lado de una estación de metro, pasó por una florería y llevó una pequeña flor de Cala amarilla, a la dama de la florería le pareció muy adorable el pequeño animalito, por lo que no tuvo problemas en darle la flor, siguiendo su camino pasó por al lado de un centro comercial y luego por unas cuantas tiendas, estaba cerca de su destino.

Siguió recorriendo con la flor en su boca y por fin pudo observar la entrada de la agencia, subió los escalones y empujó la puerta. Los que se encontraban dentro miraron al escuchar la puerta y al no ver nada se extrañaron, todos menos Ranpo, quién ya sabía que vendrían Poe y Karl.
El pelinegro se acercó a "recibirlos", tomó al mapache en brazos y miró por Poe, pero este no apareció.

— Karl, ¿y Poe? ¿Haz venido solo? — el animalito asintió y Ranpo hizo un puchero.

Karl movió sus patitas diciendole que lo bajara, le dejó la flor en sus pies y le hizo señas a la puerta, Ranpo comprendió y tomó la flor.

— ¡Chicos, voy a salir un rato! —gritó.

— Ranpo san, ¿no necesita que lo compañe?— preguntó Atsushi, quien sabía que él se perdía entre las calles de la ciudad.

— No es necesario, Atsushi kun. Iré con Karl como guía esta vez —. Dijo con una sonrisa y salió de la oficina.

Al de ojos esmeralda le sorprendió que Karl conociera mejor las calles que el mismo, lo iba siguiendo hasta que encontró una tienda de dulces y pasteles que le llamó la atención, le avisó a Karl y Ranpo le ayudó a subirse a su hombro. Entraron y miraron que llevar, el azabache eligió los dulces que usualmente llevaba, después eligió un pastel que, por lo que sabía, era nuevo y tenía una mezcla de distintos chocolates. Luego miró cual podría llevarle a Poe, pero no sabía que sabores le gustaban, miró a Karl y lo tomó en brazos, este apuntó a un pastel de chocolate y naranja con una de sus patitas.

Ahora estaban de nuevo camino a casa de Edgar, solo que ahora ya había comenzado a oscurecer, eran las 7 de la tarde y corría más brisa.

Por otra parte, Poe estaba despertando de su sueño, su estómago gruñía y pasaba por una resaca, fueron los resultados de haber estado bebiendo alcohol desde la noche anterior hasta la mañana, que fue cuando se quedó dormido.

Sobó su cabeza y se puso de pie dispuesto a buscar alguna pastilla que pudiera quitarle el dolor de cabeza. Volvió a la habitación y observó los papeles que estaban tirados en el suelo y escritorio, iba a recojerlos y se dió cuenta que la casa estaba muy tranquila, "¿dónde está Karl?" se preguntó, miró debajo de los muebles o entre la ropa, pero nada. Comenzaba a sentir pánico de que le haya hecho algo mientras no estaba conciente, o que haya escapado porque lo asustó, volvió a mirar entre sus papeles y vió la hoja que tenía la patita de Karl, eso calmó al escritor, pero su pánico se hizo nuevamente presente.

knock knock!!— Oii, Poe kun~. Abre la puerta, por favor —. Era la voz de Ranpo kun, estaba desarreglado, por lo menos solo desordenó su cuarto, el resto de la casa estaba bien.
Se apresuró a abrir, estaba muy muy nervioso.

— ¡Poe kun! —le abrazó— ¿Cómo estás? Karl fue hasta la agencia y mira, trajimos dul...ces.... —se había dado cuenta que algo andaba mal.

Ranpo lo miró detenidamente, su cabello estaba desordenado, su ropa estaba desarreglada y sus ojeras eran mucho más notorias, se veía algo pálido.

— ¿Pasó algo, Poe kun? —su expresión había cambiado, el contrario esquivaba su mirada y no contestó.

El de orbes esmeralda le dió una mirada cómplice a Karl, y este saltó de su hombro y corrió a la habitación, Ranpo dejó los dulces y corrió junto al pequeño mapache, el escritor se asustó y quiso impedir que viera lo que tenían escritos esos papeles, pero era demasiado tarde para eso. El detective ya estaba sentado en el suelo leyendo uno por uno. Poe sentía que se iba a desmayar en cualquier momento, mientras que Ranpo estaba ruborizado por las notas que leía en distintas cartas que habían ahí.

— Y-Yo- Ranpo kun... —murmuraba el más alto, mientras que el contrario se levantó y fingió una cara seria.

— ¿Qué significa todo esto, Edgar? —el tono de voz que usó había asustado al escritor, tapó su cara y sintió como Ranpo reía.

— ¡P-Pe-Perdón! —chilló nervioso y avergonzado el de ojos violeta.

El detective se acercó y quitó las manos que cubrían el rostro del otro, el más bajo le sonreía, sus miradas se conectaron y tomó un par de segundos hasta que la distancia era apenas unos centímetros que separaban sus caras.

— También me gustas, Poe kun —las manos de Ranpo tomaban las mejillas de Poe, y este se escontraba tan sonrojado como el color de un tomáte.

Las manos de Ranpo acariciaban la oscura cabellera del contrario, mientras las manos de Poe se deslizaban de manera tímida para tomar la cintura del azabache.
Los besos de Ranpo eran dulces como una manzana acaramelada, su aroma era suave, como vainilla, sus manos eran suaves como el algodón, era una sensación que no creyó experimentar nunca, un simple sueño que ahora era realidad...

San Valentín - Bungou Stray Dogs One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora