xix. To deserve, to want

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act two. chapter eighteen.
TO DESERVE, TO WANT

Mientras la multitud rugía y cantaba, la gente reía, comía palomitas y esperaba el puntaje de los jueces al desafío, Draco se paró súbitamente. En su rostro se dibujaba, de manera acentuada, el desprecio por el lugar que lo rodeaba. Estaba de mal humor. Si es que había una causa válida para su descontento, Maia se la había perdido. Pero sabía una cosa: no le gustaba cuando Draco se ponía así.

"Vamos." demandó el chico, chasqueando la lengua para demostrar su desagrado. Había adoptado una posición impaciente, cruzando los brazos y haciendo a su pie repiquetear contra el suelo.

Por su parte, Blaise frunció el ceño. "¿Por qué? Aún no han dado los puntajes." objetó, luciendo cómodo en su butaca con un vaso de plástico en la mano. Theodore, a su lado, asintió con la cabeza, mostrándose de acuerdo.

Maia vio a la irritación acrecentarse en el rostro de Draco. Su primo bufó con la molestia que le daba no ser seguido inmediatamente en cada decisión. "¿Qué más quieren ver?"  inquirió. "¿Qué les importa el puntaje de Potter?"

"No me importa pero... no lo sé... ya estamos aquí." se encogió de hombros Zabini.

Draco apretó la mandíbula y su piel pálida se enrojeció un poco. No le gustaba para nada que le dijeran que no. No estaba acostumbrado y Maia lo sabía de primera mano. Lo que él decía, se cumplía. Cuando no era así, había consecuencias. A veces a Maia le recordaba a Lucius, otras a Stefan.

Maia miró como los de Durmstrang lo contemplaban parpadeando: no lo conocían tan bien. Draco probablemente tuvo la misma línea de razonamiento que ella y pensó que lo más prudente sería mantener las apariencias frente a sus potenciales nuevos amigos. "¿Nadie quiere volver al castillo, entonces?" inquirió, dominando su tono para que sonara casual pero asegurándose de que sus verdaderos amigos pudieran reconocer la demanda detrás de su voz.

Theodore clavó la vista en sus lustrosos zapatos y Blaise se ajustó el reloj en su muñeca. Crabbe y Goyle tenían las cabezas embutidas en un balde de palomitas cada uno. Aparentemente, aunque Draco fuera Draco, tenían las suficientes ganas de quedarse allí disfrutando del ambiente jovial como para afrontar las consecuencias.

Draco apartó la vista de ellos rodando los ojos. Dirigió su mirada a Ryo sin suavizar su semblante pero alzando las cejas. El muchacho, para sorpresa de nadie, se paró sin decir nada. Draco asintió con la cabeza, parcialmente complacido por mantener cierto control.

A Maia ni siquiera hubo que mirarla para que supiera que tenía que ponerse de pie y seguirlos. No le importó realmente, no tenía ganas de estar allí sentada fingiendo que no notaba la manera en la que la observaban los de Durmstrang cada vez que pensaban que ella no estaba atenta.

Emprendieron el regreso. Los hombros de Ryo y Draco se pegaban delante de ella, caminaban con pasos coordinados, hablaban con las cabezas juntas y Draco se encargaba de pechar a cuanto estudiante se pusiera en su camino.

"¿Por qué siempre se sale con la suya? Cada maldita vez."

Maia no escuchó la respuesta de Ryo por la distancia y por el volumen bajo que usó, pero captó el tono grave de su voz responder dándole la razón. Su primo se quedó pensando unos segundos antes de contestar:

"Es injusto, siempre todo el mundo termina aplaudiéndolo. No puedo creer que le hayan permitido hacer trampa para presentarse. No tiene la mayoría de edad, no tiene nada. ¡Es solo porque es Potter!"

Maia tampoco logró percibir esta vez que decían las palabras de Ryo. Asumió, nuevamente, que estaba de acuerdo con el rubio, quién acto seguido inquirió:

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⏰ Última actualización: Nov 05 ⏰

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