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ERA INEVITABLE NO SENTIRSE desanimados luego de lo que les acababa de suceder, pero lo último que se pierde es la esperanza, ¿cierto? Luego de diez minutos, lo que habían parecido durar horas, Cheong-san fue quien tomó la iniciativa para tratar de seguir luchando al proponer formar una señal en el suelo.

Todos tomaron pedazos de objetos allí desparramados, mobiliario roto y más basura que pudieron encontrar para acomodarlos en el suelo y formar la señal "SOS" mientras que Joon-yeong era el encargado de que se viera reconocible desde más altura. Quizá había sido un poco bastante perfeccionista, pero al final había logrado que las letras se pudieran reconocer perfectamente.

— Creo que también deberíamos encender una fogata, pronto empezará a refrescar— propuso Su-hyeok con tono optimista, intentando tener todo el ánimo que al resto le faltaba.

Nadie se opuso a su idea, comenzando a buscar pequeños trozos de madera que sirvieran para encender el fuego. Lástima que en las películas se veía mucho más fácil de lo que en realidad era.

— ¡Tu turno!— exclamó Woo-jin, haciéndose a un lado con los brazos cansados y dejándole la tarea a alguien más. Ya desde hace rato que estaban con lo mismo y nadie lo había logrado aún.

Tratando de tomar el control de la situación, Dae-su se colocó en posición y comenzó a frotar aquel pedazo de madera sobre otro de una forma un poco extraña, hasta que repentinamente soltó lo que traía ente manos para quejarse de que tenía una astilla en el dedo.

— Tomen, tengo un encendedor— murmuró Nam-ra sacando el pequeño objeto de su bolsillo y extendiéndolo hasta Su-hyeok, quien era el que más cerca se encontraba de ella. La mirada de sorpresa de sus compañeros solo terminó por hacerla decir lo que todos comenzaron a suponer:— Suelo fumar...

— ¿Lo tenías todo este tiempo?— murmuró Joon-yeong en voz baja, sin poder creer que no lo hubiera ofrecido antes.

Claramente la presidenta hubiera preferido que lograran encender el fuego de otra manera que utilizando su propio encendedor, el hecho de que fumara era bastante privado para ella porque si su madre se enteraba, nuevamente comenzaría a meterse en su vida tal y como lo hizo el año anterior.

— ¿Lo quieren o no?— preguntó con el ceño fruncido y, recién en ese momento, el chico se estiró para alcanzarlo.

Quizá hubieran desperdiciado poco menos de veinte minutos intentando encender una fogata, sin embargo eso no pareció importarles cuando el agradable calor comenzó a emanar de entre las maderas. Aún faltaba un tiempo para que la temperatura bajara y la tarde terminase, por lo que Sun-I tomó su ya bastante demacrada mochila con la esperanza de encontrar algo que sirviera entre toda esa tonelada de basura que había esparcida en la azotea.

Caminando de un lado a otro y haciendo a un lado con sus pies todo lo que parecía ser inservible, logró encontrar una lata de refresco y una caja a medio terminar de cigarrillos, lo que parecía ser un botín bien oculto de algún estudiante que probablemente subía allí para que no lo descubrieran. Sun-I no era muy fanática de lo dulce, menos de lo que traía entre manos por su empalagoso sabor, no obstante era líquido y su garganta se lo pedía a gritos.

Apurando el paso hasta sus compañeros, rápidamente les enseñó lo que había encontrado y ellos no tardaron en casi lanzarse sobre la pequeña lata de aquella bebida insalubre con toneladas de azúcares perjudiciales para sus sistemas.

— Un pequeño trago, ¿entendido?— cuestionó Woo-jin, hablando bastante en serio y mirando con desconfianza a su mejor amigo que asentía con la cabeza.

Esa horrible sensación de querer más, pero multiplicada por cien, fue lo que repentinamente inundó la cabeza de Sun-I al tomar lo poco que Woo-jin le permitió. Aquel inmundo refresco, a pesar de que probablemente hubiera estado allí escondido por un buen tiempo, había conseguido hidratar un poco su seca garganta.

𝗦𝗜𝗟𝗘𝗡𝗧 • lee suhyeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora