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LUEGO DE MEDIA HORA habían podido lograr calmar a On-jo, quien no había pronunciado palabra alguna desde que su mejor amiga cayó por la ventana del aula. Por otro lado, Sun-I intentó dejar de lado todos los malos sentimientos o al menos apaciguarlos mientras que pensaba en un nuevo plan, porque si había algo claro era que debían salir de aquella aula.

Los chicos, quienes habían sido los encargados de mantener en pie la pequeña barricada que cubría las ventanillas rotas, ahora ya estaban agotados de hacer fuerza contra los muebles. Luego de todos los gritos de hace rato, sobre todo los de I-sak y Na-yeon, los zombies habían vuelto y aún seguían insistiendo en entrar a como diese lugar.

— Debemos salir de aquí— dijo Cheong-san luego de ver el agotamiento en los rostros de sus compañeros— Gyeong-su, ayúdame a abrir la puerta.

— ¿Qué mierda? ¿Quieres morir?— preguntó el chico alterado mientras lo sacudía por los hombros en un intento de que entrara en razón.

— La manguera de antes, podríamos usarla para bajar por la ventana...

— En serio quieres morir— sentenció Gyeong-su dándose la media vuelta y llevándose las manos a la cabeza— ¿Qué más da? Daré lo mejor de mí.

Mientras que Cheong-san se tiraba al suelo y Gyeong-su abría un poco la puerta del aula con cuidado de no hacer mucho ruido, el resto miraba todo con miedo de hasta hacer el mínimo ruido al respirar. Sintiendo que el tiempo pasaba mucho más lento, finalmente Cheong-san cerró la puerta y se dirigió hasta la sala del profesor, donde tomó el brazo del maniquí que allí se encontraba y volvió a la tarea de alcanzar la manguera sin contestar a las tantas preguntas que le estaba haciendo su mejor amigo.

Nuevamente el laboratorio quedó sumido en completo silencio mientras que lo único que se podía escuchar eran los cuerpos golpeando violentamente contra la pared y los extraños sonidos que los mismos emitían con sus bocas. Mientras que Sun-I le rezaba al dios en el que ni creía y Hyo-ryung apretaba su brazo con nerviosismo mientras por poco se moría allí mismo de un paro cardíaco, finalmente Cheong-san volvió a cerrar la puerta pero esta vez con la manguera de emergencias en las manos y apurándose a estirarla hasta la otra punta del aula.

— Ayúdenme a hacer nudos— pidió el chico mientras tomaba la tela e intentaba averiguar cómo hacerlos.

— ¡En zigzag! ¡Átenlos en zigzag!— exclamó Joon-yeong, ya bastante nervioso y cansado por tener a una fila de zombies detrás de sus espaldas intentando derribar los bancos que estaba sosteniendo.

Aproximadamente cinco minutos después, ya habían hecho todos los nudos que la longitud de la manguera les había permitido y, aún dudando un poco de su propia idea, Cheong-san lanzó la manguera por la ventana.

— Bajaré primero. Les daré la señal cuando sea seguro— dijo mientras se subía al marco de la ventana, pero cuando vio a su mejor amiga aún inmóvil en aquella silla tal y como estuvo por la última media hora, decidió que él no sería el primero en bajar— Ve tu primero, Gyeong-su.

— ¿Qué? ¿Yo?— preguntó el chico alterado— ¿Acaso viste algo allí abajo? ¿O me quieres usar de carnada...?

Ante la poca paciencia de Woo-jin y Ji-min, Gyeong-su terminó por bajar primero de muy mala gana mientras que desde el aula aún se escuchaban sus insultos y quejas. Luego de aproximadamente un minuto en el que intentaron evitar que Na-yeon quisiera bajar cuando el chico aún no había llegado a destino, se escucharon sus gritos desde abajo y los que estaban más cerca de la ventana se asomaron por el orificio.

— ¡Bajen! ¡Está la profesora Park!

Para no armar una pelea innecesaria, dejaron que Na-yeon fuera la siguiente en bajar, y así transcurrieron los próximos cinco minutos, entre maldiciones y gritos desde el aula de más abajo.

𝗦𝗜𝗟𝗘𝗡𝗧 • lee suhyeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora