Tu sabor

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— ¿A alguno de ustedes les gustaría comerme?— fué lo primero que dijo Marinette al entrar al salón de clase.
La mayoría de los presentes en la sala de clase se quedó sacado de onda, mientras que Nathaniel parecía estar pensándolo seriamente.

Todo fué conmoción hasta que una tímida voz dijo:

—¡Yo quiero!— era nada más y nada menos que Adrien Agreste, no hace falta decir que los presentes se sorprendieron.

Marinette sólo sonrió, ella tenía una bandeja de Macarones rosados, muy bonitos en la manos.

—¡Qué bueno! Porque aquí están los Macarones Marinette.

Adrien pareció levemente decepcionado.

Todos los demás parecieron burlarse de él por eso, a lo que el rubio se apresuró a corregir.

—Obvio hablaba de comer los Macarones, no a tí. No es que no te veas apetitosa...— Exclamó Adrien, muy nervioso, cada palabra era un clavo más en el ataúd de vergüenza que se estaba creando para él. Porque sus compañeros lo seguían mirando con expresiones graciosas.

—Sí lo entiendo. —Marinette decidió no buscarle doble sentido a sus palabras, porque en el pasado cada vez que él decía cosas así, terminaba no siendo ninguna insinuación y Marinette terminaba quedando como ilusa.

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—Tu sabor es tan bueno como imaginaba...

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