El Reino Hechicero

verdades II

Por una extraña razón... después de gritar todas aquellas palabras, Evileye se sentía agitada e incluso presentaba el síntoma de esa adrenalina correr por si cuerpo muerto. Y eso, era imposible.

Todo se mantuvo en silencio, ninguno de los sirvientes se atrevía a levantar la cara por miedo a la reacción de su Rey, esa niña estaba loca, había firmado sus sentencia de muerte.

¿Que deba hacer?

Era claro que Ainz no podía quedarse de brazos cruzados, esa niña lo había insultado al usar ese tono de voz pero había dicho una verdad.

Él era un asesino, un genocida y tal vez un enemigo potencial para otras naciones.

Pero... cualquiera en su lugar lo hubiese hecho, esa era la ventaja y la desventaja de ser poderoso.

- ¿Y?

Las aventureras reaccionaron ante la respuesta del Rey.

- ¿Que piensas hacer?

Las lucecillas que tiene por ojos brillaron en un intenso rojo.

- ¿Acaso no sabes cómo funciona el mundo?

Evileye cerró el puño.

¿Él que podía decir del mundo? ¿Él que podía saber el como se rige mundo?

- Tú solo eres un tirano ¿Que puedes saber del mundo? ¿De las personas?

- ¡Evileye, por favor!

Lakyus superó su miedo y se levantó de su lugar, no podía ser posible lo que su amigo y compañera estaba haciendo. No solo estaba actuando de una manera absurda y altanera, sino que también estaba tentando a la muerte y poniendo en juego la vida de todas.

Gagaran y la gemelas se congelaron al ver un aura negra brotar del cuerpo del Rey, si bien sabían que por su naturaleza de No-muerto había efectos pasivos que podía liberar de manera inconsciente pero su compañera los estaba atacando de una manera abierta y altanera.

Por otro lado observo como los sirvientes había dejado ese lado defensivo y tomado una actitud extraña, habían comenzado a llorar, algunos se abrazaban a sí mismo mientras se mecian en su propio lugar.

- ¡Enana, ya cálmate!

Apenas logró decir acausa de la presión que se sentía en el aire.

- ¡No! Todos lo saben, todos los reinos lo saben. Incluso el Lord Dragón sabe que él es una amenaza.

Las lucecillas volvieron a brillar.

- ¿Lord? ¿Hablas de ese dragón que se esconde en un castillo?

La [supresión de emociones] se activó.

- Salgan todos, llama a Pestonya.

- Su... Su Ma...jestad.

- ¡Te di una orden!

Aquel lacayo se inclino más de lo normal y retrocedió sin darle la espalda.

Cuando al fin se quedaron solos, se sintió un poco más libre para actuar.

- Para ser lo que eres, expresas demasiadas emociones. No tienes un control sobre ellas, es interesante. En cambio yo...

Se miró aquellas manos huesuda, no había carne y los anillos adornaban sus dedos huesudos, además de aquellas garras que podían arrancarle la piel a quién quisiera.

- Cada emoción es suprimida pero toda aquella que es con intención de matar, debo controlarla a fuerza de voluntad.

Levanto la vista y miro a la maga.