Los dedos de la giganta Lucía lo sujetaban y apretaban con fuerza haciéndole daño, el rostro sonriente de la enorme niña estaba frente a él. "¿Estás listo, pequeño?" dijo Lucía, mientras con la otra jugueteaba con los cordones de sus zapatos. "Hace un rato terminé mi extenuante entrenamiento en el gimnasio, y mis pies están muy, muy sudorosos. Solo necesitan limpiarse y secarse. "Mientras decía estas palabras, Lucía se había quitado los zapatos que había usado durante el entrenamiento. en el gimnasio. El olor que se había esparcido en el aire era tan repugnante que hacía que el aire fuera irrespirable. Después de los zapatos, fue el turno de los calcetines. Lucía lo sintió cálido y húmedo al tacto, empapado del sudor que le producían los pies. Cuando Lucía estuvo finalmente descalza, acercó las manos con las que cargaba al hombrecito. El hombrecito gritaba y se retorcía pero la fuerza de la giganta era incuestionable, pronto se encontró con el rostro hundido en la piel sudorosa de sus pies. Lucía comenzó a moverlo deslizándolo sobre sus pies, el hombrecito estaba mojado por todo el sudor que había sobre él. El hedor era terrible y el aire estaba completamente lleno de él, era imposible respirar. Lucía disfrutó sintiendo a esa pequeña y frágil criatura retorciéndose contra sus pies.
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¡HISTORIAS CORTAS DE GIGANTAS!
Ciencia FicciónSon una serie de historias cortas relacionadas a las mujeres gigantes y fetichismos sobre pies y todo lo relacionada a ello.