Capitulo 2

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¡Hello, pequeñas saltamontes!

Aquí está el capítulo de la semana ✨

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Agradecí que el escritorio nos separa, porque por la cara que puso en cualquier momento se me iría a la yugular, sé que lo que proponía era algo indecente, técnicamente le dije que me vendiera a su hija a cambio de su preciada empresa

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Agradecí que el escritorio nos separa, porque por la cara que puso en cualquier momento se me iría a la yugular, sé que lo que proponía era algo indecente, técnicamente le dije que me vendiera a su hija a cambio de su preciada empresa.

—Espero que todo esto sea una broma —dijo entre dientes.
—Lamento decirte que no lo es —me puse más derecho para que vea que hablaba lo más en serio que podía —En menos de un mes tú y tu familia estará en la calle, sin nada.
—Lo que me estás sugiriendo es tan...
—¿indecente? ¿Inhumano? Lo sé, Robert, pero a tu hija la conocí hace dos años en Alemania y desde ese momento no he podido quitármela de la cabeza, no sabía que era tu hija hasta hace 3 meses atrás en esa recaudación.
—Ella nunca aceptaría, no la conoces, ella nunca me ha hablado de ti.
—Es por solo hablé con ella esa noche y nuestro reencuentro no fue como pensé que sería.
—No lo entiendo ¿Por qué ella? Tengo a Zoe, creo que ella es más...
—Sin ofenderte —aunque considero que ya lo he ofendido suficiente —pero no es mi tipo.
—No puedo, lo siento. No puedo darte a mi hija —se levantó de la silla.
—Te daré dos días para que lo reflexiones, de lo contrario mi propuesta expirará. Sabes que no solamente es quedarte sin nada, tendrás que afrontar las denuncias por despido y sin finiquito.
—Conseguiré otras opciones.
—No las hay, eso lo conoces perfectamente.

Salió por la puerta sin decir nada, me sorprendió su habilidad de autocontrol, tal vez porque sabía que por más descabellada que sea mi propuesta es la única que tendrá.

Ningún banco o empresario arriesgará su dinero en su empresa que va en caída.

Yo era la solución.

No estaba seguro si aceptaría ¿Estaría dispuesto a perder todo por su hija? Para ser justos no es por ella, únicamente su mala administración y darle de más a su esposa e hija.

Tal vez dirán que puedo enamorarla de forma tradicional y no recurrir a costumbres del siglo 18 donde las mujeres eran vendidas al mejor postor, no podía arriesgarme a que alguien más la tuviera.

Si soy un cerdo al proponer eso.

Había pasado un día desde mi propuesta y no había tenido noticias de Robert.

Mi teléfono sonó mostrando el nombre de Camila Scott en la pantalla, le di colgar, sé que eso la cabreara mucho y después de que terminara abruptamente de nuestros encuentros cuando me encontré con Oliva, no paraba de insistirme en que deberíamos regresar. Camila era una mujer de la cual no me veía casado y mucho menos pasando la vida junto a ella, nada más le importaba la posición social y su cuerpo.

—Milagro que has aceptado venir a comer con nosotros, hijo —mi madre me saludo con un gran beso.

Era eso o una hora más en el gimnasio a machacándome, estaba ansioso de saber la respuesta de Robert, había hecho una gran jugada hoy con el banco para meter más presión.

Nicholas MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora