Se ajustó su traje, e hizo el cambio de guardia.
"Que no te caiga un rayo", dijo como despedida en tono de burla.
Su compañero lo miró mal, y luego miró la gran tormenta que estaba cayendo a sus espaldas. Era una posibilidad.
Cuando se marchó, él no dudó en ponerse bajo la lluvia, y esta vez le tocaba estar al lado de la valla.
Quedó de pie, como una estatua. Lo único que lo cubría era su gorra militar, y su impermeable. Estaba acostumbrado a este tipo de guardia, así que no era problema para él.
Pero de pronto, la lluvia no lo tocaba. Alzó la vista y vió algo que lo sorprendió.