Un día, ella lo saludó por fin. Apenas alzó el brazo y mostró su pequeña mano, era pálida y rosada como una flor de cerezo.
Él no le devolvió el saludo. De hecho, con la postura recta y el semblante serio, la ignoró.
Capítulo 3
Un día, ella lo saludó por fin. Apenas alzó el brazo y mostró su pequeña mano, era pálida y rosada como una flor de cerezo.
Él no le devolvió el saludo. De hecho, con la postura recta y el semblante serio, la ignoró.