Estaba nervioso y eso se reflejaba en sus torpes movimientos. Draken lo regañó un par de veces porque no entregaba bien las herramientas que le pedía y se sentía avergonzado cada que pedía disculpas. El aludido solo lo miraba un tanto molesto para luego decir: —Presta atención, Takemicchi.
Claro que ese no era uno de sus mejores momentos, un chico de quince años no podía ponerlo tan mal. Simplemente lo ignoraría, ¡bien! Pero, eso llevaba tratando de hacer desde el instante en que ambos se presentaron en el local S.S Motors.
La melancolía que concebía cada mañana que se dirigía a abrirlo, al principio fue dolorosa. Un lugar lleno de muchos recuerdos, de muchos rostros, de uno muy en particular. Con el paso del tiempo el sentimiento se transformó a uno soportable.
Decidió que recordarlo con tristeza no tenía sentido, Shinichiro fue más que eso.
—¡Takemicchi!—El chico de trenza lo reprendió cuando por accidente derramó el aceite cerca del lugar donde trabajaban.
—Draken-kun, lo siento—ahora una vena saltaba en la frente del menor. El azabache supuso que, si cometía otro tropiezo, este terminaría lanzándolo fuera de su propio establecimiento.
—Como sea, ya quedó.
Tanto Draken como Mikey pasaban mucho tiempo con él cuando no estaban ocupados con asuntos de la pandilla. Tardes como esas permitía que el más alto de todos le ayudara a reparar o a trabajar en las reconstrucciones de motocicletas que a veces iba a recoger a los deshuesaderos o que los mismos chicos conseguían para él. Takemicchi no era tan experto como el dueño anterior, aunque sus habilidades son bastante buenas, las de Draken, ni se diga y Mikey también participaba con ellos cuando realmente le interesaba.
En esa ocasión, Manjiro se mantuvo sentado cerca de ellos supervisando, específicamente, a Takemicchi. Acción que lo mantuvo distraído e incómodo por la intensidad de las emociones que el menor reflejaba. Si Draken se percató de ello, no dijo algo al respecto.
"Me gustas, Takemicchi."
Antes de responder se hizo el desentendido y quiso salirse por la tangente. Mikey era...Mikey, prácticamente se trataba de un hermano menor. Lo conocía desde los nueve años y entre ellos existía una diferencia de medía década, así que no, ellos no debían tener una especie de relación amorosa.
¿Cómo podría explicar eso a Shinichiro si estuviera vivo? Aun muerto, no tendría el valor de aparecerse frente a su tumba.
—¿Por qué no te subes y la pruebas?—le sugirió Draken sacándolo de su introspección.
El motor rugió y todos parecieron satisfechos por el sonido, el ronroneo bajo su cuerpo se sentía bien. Esta vez tardaron más de lo planeado y fue a causa de que ambos adolescentes tenían planes importantes sobre la expansión de la ToMan.
Los miembros de alto rango de la organización confiaban en él ya que también los vio esforzarse para crecer hasta ese punto. Las invitaciones para presenciar una reunión fueron frecuentes, pero no tenía un papel importante ahí.
Hace mucho a causa de un grupo de pandilleros su vida escolar en la secundaria y parte de la preparatoria fue un completo asco. Era suficiente, las heridas emocionales con las que todavía cargaba a veces no lo dejaban dormir.
Por el contrario, apoyaba la idea y el sueño que Mikey perseguía con determinación y tal como Shinichiro lo hubiera querido, permanecería a su lado para cuidarlo. Takemicchi sabía que era un debilucho y que tal vez lo único que se le daba mejor era recibir golpes en lugar de devolverlos. Manjiro era fuerte, lo demostró desde temprana edad; por el contrario, ambos sabían que había algo en lo que podía ser débil y Takemicchi podía compensar ese lado de tal como Draken o Emma lo hacían.
ESTÁS LEYENDO
Heart of Gold |Tokyo Revengers|
FanfictionTakemichi no esperaba que Mikey confesara que le gustaba. Con ello salió a flote el miedo que tiene a corresponderle porque no solo es cinco años mayor que él, sino que también fue amigo de Shinichiro. Sin embargo todo ello no eran más que pretextos...