Capítulo 10

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- FINAL -

ADVERTENCIA: Contenido +18, leer con discreción

* * * * *

—Tengamos un bebé, Takemicchy—la sorpresa de la declaración lo dejó congelado por un segundo, poco después su respiración se aceleró debido a que Mikey comenzó a depositar húmedos besos a lo largo de la curva de su cuello, distrayéndolo por completo.

Dentro de la comodidad de su apartamento en el último piso de aquel edificio, ellos podían ser una pareja tan normal como cualquiera. No se arrepentía de nada, dado que, a lo largo de todos esos años, permaneció tal y como había prometido, al lado de Mikey, protegiéndolo incluso de sí mismo y de aquellos que buscaran menguar sus planes.

Era un mundo duro, pero estaban juntos. La ToMan seguía siendo un lugar al que quizá no encajaba a la perfección y Takemicchy tuvo que aprender mucho; no obstante, era esa pieza que les recordaba porqué iniciaron todo, quién al final de cada día les recordaba que ese era su hogar y que, si uno resultaba herido, todos lo protegerían.

Se convirtió en la voz que Mikey escuchaba cada que no sabía si debía ir a la izquierda o la derecha. Y por ello se permitían sentirse felices.

—¿Eso siquiera es posible?—preguntó el mayor rodeando a su pareja por el cuello, dejándose seducir.

—Kenchin y Emma necesitaran un compañero de juegos para su bebé—lo sabía, su pequeña Emma recién se alivió y durante las últimas semanas no hacía más que recibir regalos y felicitaciones.

—Espera a que aprenda a caminar y podemos adoptar un perro—sugirió conteniéndose de hacer algún ruido extraño cuando Mikey abrió la boca sobre su cuello y succionó con fuerza. Le era prácticamente imposible—¡Mgh!

—Quiero un bebé también. Hagamos un bebé justo ahora—el menor sonrió de una forma que Takemichi sabía, traía problemas y empezó a depositar suaves besos siguiendo el contorno de sus labios. No ayudaba el que ambos encontraran acostados sobre la cama y con las piernas enredadas. —Abre la boca—obedeció consintiendo que la lengua de Mikey acariciara la suya y delineara cada parte de su interior.

El azabache se arqueó frotándose contra el cuerpo del otro, su miembro ya erecto siendo contenido por sus pantalones; se apretó aún más hacia Mikey provocando que él mismo soltara un gemido que fue amortiguado por su garganta.

Takemichi se apartó al tiempo que el rubio trataba de seguir sus labios con ganas de más. Ya no podía, estaba excitado y la posesiva lujuria que ardía en los ojos oscuros del rubio le decía que se encontraba en iguales condiciones.

—Mikey, tener un bebé...no pode---

El aludido no escuchaba pues de forma rápida y diestra se colocó encima suyo para despojarlo de la camisa de su pijama. El mayor ni siquiera se quejó, mucho menos cuando ya se hallaba completamente desnudo tendido sobre la colcha.

—No lo sabremos si no lo intentamos.

Fue ahí cuando se preguntó si este hombre nació con la capacidad de conseguir que se rindiera tan fácilmente por él.

Mikey unió sus labios de nuevo, un lento paladeo que lo hizo suspirar otra vez. Luego, continuó descendiendo por su cuello hasta el esternón, paseando con cuidado la lengua sobre su piel expuesta.

Aquello podía despistarlo un poco de la intromisión que comenzó a sentir en su agujero.

—¡Ah!—apretó los parpados con fuerza y enroscó las manos en los cabellos del otro. Su pelo era suave y liso al tacto. Le gustaba mucho incluso si estaban algo cortos.

Heart of Gold |Tokyo Revengers|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora