Capítulo 9

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Takemichi se sintió algo avergonzado cuando vio a Mikey esa tarde, los fríos de invierno ya comenzaban y era normal que las personas usaran ropas abrigadoras. Ese no era el problema, sino que aquello que el adolescente usaba alrededor de su cuello era la bufanda que él le regaló en su cumpleaños.

Y el hecho es que al mayor desde siempre se le ha considerado un tipo con un muy mal sentido del gusto y por eso sus regalos en esencia terminaban siendo terribles. Para ese año, decidió comprar la prenda debido a que la tela le pareció muy suave, recordándole la textura de la vieja manta con la que el menor todavía solía dormir y, Takemichi guardaba la esperanza de que está vez no lo juzgaran y que Mikey la usará al menos en una ocasión.

El día había llegado y pronto su satisfacción se convirtió en timidez. Quizá era porque el rubio se veía demasiado bien con uno de sus regalos puestos o tal vez era que Mikey se veía bien con lo que sea que use.

De no ser por lo gélido del viento que provocaba que su rostro se enrojeciera, estaría sumamente apenado por el rubor que presintió, se extendió por sus mejillas.

—Mikey-kun—saludó evitando mirarlo a la cara, necesitaba recobrar la compostura—. Es un poco tarde, creí que no nos veríamos.

Dios, él ya no podía usar la excusa de ser un adolescente.

—Estuve con Kenchin y Baji—su respuesta fue un poco tajante, parecía molesto. Fue obvio que ellos eran el motivo de su estado.

Takemichi supuso que no era buen momento para interrogarlo y si el menor hubiera querido que se enterara, se lo habría dicho. Así que no insistió.

—Vamos, quiero hablar contigo en otro lugar.

Una vez montaron la motocicleta de Mikey, recorrieron por un buen rato las carreteras, Takemichi podía intuir hacia donde se dirigía. Y también que ya era momento de responder a la propuesta del comandante de la ToMan.

En aquel instante, estaba bastante seguro de cuál sería su respuesta, aunque desde su encuentro con Haru y una extensa charla que tuvo con Keisuke, se encontró muy confundido por varios días.

¿Qué era él para todos ellos?

¿Por qué lo miraban como si tuviera la respuesta de todo?

Dentro de su diminuto universo, él era un chico común y corriente de veinte años, uno que podían encontrar en cualquier esquina. Sin embargo, no solo Mikey parecía querer aferrarse a él.

Michy siempre serás mi héroe—le dijo Emma hace semanas cuando la felicitó en el día de su cumpleaños.

Eso le hizo sentirse muy feliz, ya que no era frecuente recibir elogios de ese tipo, ni siquiera cuando era más joven. De hecho, tenía la costumbre de disculparse la mayor parte del tiempo y agachar la cabeza, una práctica que se quedó muy marcada.

En cambio, Mikey era todo lo contrario. Siempre erguido, imponente y fuerte; nunca mostraba debilidad, lo que no quería decir que no la sintiera; y, por último, poseía una férrea determinación que todos admiraban.

Ciertamente no podía competir contra ello, él no podía ofrecer algo semejante, lo que le generaba un conflicto.

El Takemichi que era en esos momentos se hallaba encerrado en una caja que se desbordaba con sus miedos, inseguridades, sueños destruidos y autocompasión. Estaba exhausto de todo y debía comenzar por despejar un poco de esa neblina.

Recuperarse iba a ser un proceso lento y nada fácil. Lo importante era intentar y comenzar.

—Me uniré a la ToMan—soltó tan pronto como ambos se bajaron de la motocicleta.

Heart of Gold |Tokyo Revengers|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora