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Pétalos y flores

El día anterior se había resuelto luego de una sesión larga de besos y mimos por parte de Volkov a Horacio, quien cada tanto refunfuñaba su actuar, acusándolo de perezoso y mal esposo al no recordar su tradición, prometiendo que sería la última vez que ocurriría.

El director luego de separarse del extranjero para ir a diferentes secciones del edificio, olvidó en totalidad el presente para quien era su pilar cada día, por ello, en medio de una reunión que poco le importaba, estaba sumergido en el celular, buscando algún regalo que no aparente su falta de memoria.

Mientras tecleaba un mensaje para la tienda que había encontrado, la puerta de cristal fue golpeada, interrumpiendo a la jefa del área de armería, fastidiada se dirigió al pedido. Sorprendiéndose al ver un adorno de corazón excesivamente grande, de igual manera un peluche conjuntado con una chaqueta del FBI.

Eran dos personas llevando dicho obsequio, ya que el porte complicaba el transporte de los mismos. Los presentes enternecidos buscaban al receptor, causando alboroto al saber que era para el tan amado superior, haciéndole sonrojar en camino a la puerta.

–¿Usted es Horacio Pérez? –Con un asentimiento confirmó y recibió un sobre en forma de corazón, añadiendo una nota de la misma forma del sobre, esta contenía un "Я люблю тебя" escrito con una caligrafía impecable, suficiente para conocer el emisor de todo el alboroto.

–Me disculpan, iré a dejar esto a mi oficina, enseguida regreso. – anunció con evidente emoción y casi llevando corriendo a los dependientes a su lugar de trabajo. –Muchísimas gracias, tengan. –Con una propina realmente gigante, se retiraron.

El de cresta ni revisó la cantidad al estar observando maravillado su delante, con suavidad acariciaba los pétalos de las rosas y con efusividad, al notar su soledad, abrazó al peluche extremadamente suave que le regaló su esposo.

Con manos temblorosas marcó el número de su pareja, siendo atendido al instante al estar esperando dicha llamada. –¿H? ¿Te gustó?

El nombrado sonrió con lágrimas acumulándose en sus ojos, asistiendo para luego reír. –Me encantó, gracias amour...

Un silencio cómodo se formó disfrutando su cercanía lejana, era más que suficiente escuchar sus respiraciones calmadas para ir con el mejor ánimo el resto del día.