Animal side

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Era recurrente salir a realizar infiltraciones para inmiscuirse en cotidianidades de las bandas y como excelente equipo que eran los agentes Pérez y Volkov sus horas de trabajo en conjunto se extendían más de lo normal, como en el presente.

Se encontraban posados en la pared del Gabriella's, el ruso fumando tranquilamente su cigarrillo y el de cresta entretenido en un juego de su móvil. La ropa de civil fue escogida para pasar desapercibidos, sin embargo, una persona vestida completamente del color azul se posó desafiante delante de Horacio.

Cuando la vista del mismo se desvió del aparato sonrió, sin quitar sus luceros burlescos del contrario al momento de enderezarse y acercarse con firmeza al nuevo integrante.

Varias personas con prendas del mismo color se posaron detrás de su compañero, por lo que Viktor se posicionó a un lado de Horacio, observando cada movimiento de los extraños y preparado para sacar su arma si fuese necesario.

La tensión en el ambiente era tanta que se podría cortar con un minúsculo sonido y el acecho sin titubear del moreno no ayudaba. Con cada paso se aproximaban y ninguno era capaz de retirar la mirada, ni mucho menos separar la cercanía.

Llegaron al punto de rozar sus narices, afortunadamente sus pechos no se tocaban y sus imponentes presencias no hacían más que poner los pelos de punta al de piel blanquecina.

Con un movimiento rápido del de azuladas ropas besó la mejilla de Horacio, haciéndolo reír y retroceder para proceder a limpiarse despacio la zona que habían tocado los labios ajenos, por último añadió a su acción un insulto en su lengua materna.

Como si una bomba de jabón explotara pasaron de desconocidos a amigos de toda la vida, saludándose con un abrazo y choques de mano con las distintas personas.

–Javi, este es B, un amigo que regresó de Rusia.

–Muy buenas – Saludó animado, al contrario del extranjero, quien le respondió con un escueto "Привет"

Horacio fue capaz de salvar el momento al empezar a hablar animadamente con la banda.

Cada minuto que pasaba era una tortura para Viktor quien odiaba cada roce amistoso que le proporcionaban a su esposo, aun cuando su mente le decía que era por la infiltración, que debía aguantar, pese a ello, su enojo colmó su ser al ver como la denominada "olvidona" se colgaba del brazo de su pareja.

–Hope– la voz salió ronca, tan fuerte y clara que alertaron a los presentes. –Nos vamos. – Avisó y nadie en su sano juicio objetaría ante aquello, así que con ligeros movimientos de mano se despidieron.

El anterior nombrado tuvo que correr a alcanzar a su marido, ya que este se había girado y a paso rápido se inmiscuyó detrás de la tienda.

–¿Qué pasa? – Preguntó alterado, indignado por el comportamiento del ruso.

Su incógnita no fue respondida, porque su espalda tocó con brusquedad la pared y un jadeo salió de sus labios, lo cuales inmediatamente fueron apresados por los delgados de Viktor. Mordió, succionó y estiró con posesión las carnes color carmín por el labial que había sido aplicado con anterioridad.

La separación de sus cuerpos era nula y la pelea de sus lenguas era exquisita, únicamente cuando sus pulmones necesitaron aire sus belfos fueron liberados. Las respiraciones agitadas eran el sonido de ambiente.

–Solo yo... – Susurró.

Aquella frase no hizo más que sonreír al receptor de la misma, para luego empujar en modo de berrinche al alto hombre.

–Cuando no tengo ninguna intención de que te pongas celoso, lo haces y cuando la tengo, no lo haces. ¡Eres muy injusto!

Este atinó a atraerlo a su pecho mientras reía enternecido al ver el puchero del moreno.

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