Defectos

146 13 0
                                    

– No, no te vas hasta que lo resolvamos.

Ambos hombres se sentaron en la cama, cada uno en una punta de la misma. Los minutos iban pasando y el enojo no iba en decadencia, por si no fuera poco aquel día todo lo planeado había salido con demasiados fallos que mandaron a varios agentes a reposo.

El sonido de la bota contra el suelo y las llaves que se movían inquietas lograban que el ambiente pese más.

– Qué incómodo es esto, por eso no me gusta pelear contigo, Horacio. – La situación lo estaba superando y su ansia lo obligó a hablar.

– Lo sé...

– Solo necesitas aprender a escuchar, sabes que es por nuestro bien... – aun cuando su voz se suavizó un poco, lo amargo de la actividad seguía palpante en su voz.

– Lo sé... – El tono arrepentido no hacía efecto en ninguno. – Perdón, Vik.

La empatía del ruso era borrosa en su mente molesta. – Un perdón no servirá de nada, no podremos infiltrarnos de nuevo por lo menos en unos meses por tus acciones impulsivas. Nunca te tomas en serio nada, de verdad, Horacio. – Tomó su puente de la nariz, suspirando por la frustración que le ocasionaba. – Aparte lo del psicólogo hoy. ¿Por qué faltaste?

– No me sentía bien...

– Por eso mismo vamos a las sesiones.

– Ya lo sé.

– Lo sabes y aun así haces todo lo contrario. – reclamó.

– ¿Qué quieres que te diga? – este a pesar de no querer ser grosero, contestó rápidamente sin meditar un momento. – Sé lo que hice y estoy consciente de eso.

– Pues dime ¿por qué te estás comportando así, H?

– ¿Cómo quieres que me comporte si me estás restregando todo lo malo?

– Parece que solo te enfocas en lo malo. – pensamiento que no debía haber salido de su cabeza.

– ¡Oh! Gracias. – ironizó. – Gracias por recordarme todos los defectos que conozco muy bien.

– No quería-

El moreno se encontraba en un estado muy sensible y que su esposo lo recordara únicamente aumentaba su inseguridad, así que sin escucharlo, siguió hablando. – Pero todo esto es muy difícil para mí y tú parece que no entiendes nada. – recalcó. – Siempre con el "tenemos que mejorar" "tenemos que comunicarnos" tenemos que hacer esto y lo otro... Te estás olvidando del puto proceso, no mejoraremos de la noche a la mañana.

– Horacio...

– ¡No! Nada de Horacio, estoy cansado. – por primera vez en muchos meses se sinceró con su compañero de vida. – Te juro que lo intento, pero cada vez que pienso que di un paso, se abren veinte caminos. – Suspira claramente cansado, para buscar la mirada grisácea, encontrándola con pequeños destellos de tristeza. – No tienes idea de lo feliz que estoy con tu avance – La primera sonrisa real en lo que va del día – y ambos sabemos que yo voy muy lento en esto, estoy siendo una carga y una piedra para ti, por eso, intento estar a un lado.

– Este proceso lo compartimos, Cолнце.

– Ya... Debes entender que no iremos de la mano, mi proceso es diferente al tuyo, yo no soy tú, por eso te solté la mano, así caminarás libre. – Se acercó al contrario, arrodillándose para alcanzar su altura. – No lo veas como algo malo, porque no lo es. – acarició el dorso de la mano contraria. – Tu ritmo me cansa y tú debes estar cansado del mío. – aclaró para los ojitos claros que lo veían con clara confusión – Estoy a tu lado en esto, pero no al mismo nivel, cariño.

– ¿Por qué no me dijiste antes esto?

– Porque tenía miedo...

– ¿De qué?

– De ser egoísta contigo, no quería que te preocuparas y con todo lo de hoy...

Gracias a la igualdad de alturas, el beso que había sido olvidado de darse en la mañana fue ejecutado por el blanquecino hombre que envolvió en brazos al contrario.

– Ven, vamos a dormir.

Así lo hicieron, con la ropa del trabajo, zapatos colocados y encima de las cobijas, sin embargo, se sentían tan cómodos al estar en los brazos del otro que todo lo exterior pasó a ser secundario.

Home |PAUSADA| #VolkacioLovingMonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora