Sueño

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Recordar, ese día se repetía en la mente de Momo una y otra vez. Solo quería dejar de recordar ese suceso, pero le parecía inútil siquiera intentarlo. Tener a Touya delante solo hacia que tanto su cabeza como su estómago dieran vueltas. Y la expresión amable en el rostro mallugado de él la hacía sentirse aún peor.

-Cuando dijiste que Momo era linda debí tomarte más en serio Shoto, ella es hermosa.- Alardeaba la diligente madre.

-Gracias, señora.

-¡No estés tan nerviosa! No mordemos.

-No lo sé, madre. Con esta hambre que hace...- Decía Dabi descaradamente sonriente.

-Eso es verdad, mejor comamos, quién me manda a ser tan parlanchina.- Respondió haciendo ademanes.

Después de recibir ese desagradable beso sabor metálico, la habían dejado sola. Sentía que había pasado una infinidad pero sólo fueron unas tres horas las que estuvo aguardando en el suelo helado, esperando un milagro. Sus muñecas y tobillos comenzaban a dolerle, estaba cansada. Se preguntaba como había sido tan tonta. La fatiga amenazaba con vencerla y dejarla dormida. Sin embargo, un portazo se llevó su somnolencia.

-Veo que estás más tranquila.

-...

-Tu silencio me dice que tengo razón.

Dabi se hincó frente a ella y con la misma navaja de hace unas horas cortó la soga que mantenía juntos sus pies. Momo no pudo contener un suspiro de alivio. A su vez, el hombre comenzó a trozar las vestiduras de la pelinegra, lo peor pasaba por la mente de la chica. Comenzó a dar patadas en un intento poco fructífero de alejar al de mirada azulada, con una mano Touya volvió a unir los pies de Momo sosteniéndolos con fuerza.

-No soy del todo un monstruo, Momo.

-¿Q-qué esperas conseguir con esto?

-Lo verás pronto. Te juro que no es personal.

Finalmente, le vendó los ojos y la obligó a inhalar cloroformo por segunda vez. El frío comenzó a recorrer sus extremidades y parte de su cuerpo que se hallaba al descubierto por las rasgaduras de su ropa, obligándola a despertar. El cielo obscuro y el relativo silencio le dio paz, se enderezó descubriendo que sus manos ya no estaban privadas de movimiento. Miró de un lado a otro reconociendo el lugar sintiendo una especie de consuelo, sin más se echó a llorar.

Vio a lo lejos sus pertenencias, entre ellas su celular. Llamó a Shoto y le pidió que fuera por ella al parque Taiyo, donde se encontraba. No podía llegar así a casa. A raíz de ese suceso la relación entre ellos dejó de ser un secreto.

Yaoyorozu tenía una mano apoyada en la pierna de Shoto quien estaba sentado a la mesa junto a ella. Sentía que era lo único que la mantenía en la realidad. El bicolor entrelazó su mano con la de Momo por debajo de la mesa y le susurró empático al oído:

"Está bien, estoy contigo"

Siendo ignorante del verdadero pesar de la chica.

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En el hoy, el sol se había ocultado y la luna se encontraba en su punto más alto. Katsuki lo observaba con firmeza, esperando a que destelleara o comenzará a sonar, era su celular sobre la mesa. Un trago al té y de nuevo su vista al aparato que no parecía ceder.

"¿Será que se ha olvidado de llamarme?" se preguntaba.

En otro lado a unos cuantos kilómetros, Izuku de igual manera observaba su teléfono apoyado en el buró. Ansioso, dio varias vueltas por la habitación.

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