Destinado por Sangre

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Lᴀ Cʜɪᴄᴀ Rᴜʙɪᴀ
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5 de octubre de 2021

Han pasado dos días desde el momento que decidí dejar a tras el deseo de encontrar a Dedrick Havener. Hace unos minutos que salí de una cirugía, ahora estoy terminando el formulario del proceso que se tuvo que realizar para entregarlo a las enfermeras.

Las personas pasan alrededor de mí y no fallan en detenerse a mirarme como si esperaran algo, desde que volví del secuestro fue así. Cada día rodeada de gente anhelando con que sufra otro ataque como el del día que tuve mi primera cirugía después de volver. Todos deseando algo nuevo para comentar, sin importarles a que costo.

- ¿Necesitas algo? – Digo seca con la mirada fija en una de las internas que se detiene indisimuladamente a observarme.

La chica me mira asustada antes de negar con la cabeza y correr lejos.

- ¿Disfrutando ser el centro de atención? – Milo se acerca abrazándome por la espalda, mientras yo solo sigo llenando los documentos en frente de mí.

- Me miran como si fuera un maldito animal de zoológico.

- Creo que es más como si fueras un cadáver mal maquillado en funeral. – Se aleja un poco de mí. - Esa mirada que le da la gente al triste cuerpo sin vida es lamentable, como si buscaran cada mínimo error.

Hace un gesto con su rostro doblando la boca hacia un lado y el resto de la cara hacia el otro como si estuviera imitando a esa gente. Suelto una risa.

- Por lo menos te hice sonreír, esa es la Leonie que conozco. No te dejes afectar por los estúpidos sin vida que trabajan aquí. – Me da un golpe en el hombro. – ¿Cómo llevas lo de "tú ya sabes quién"?

- Puedes decir su nombre, subnormal. Él no es Voldemort. – Rio mientras firmo la penúltima página del informe.

- Ya, pero no puedes negar que suena más interesante si lo dices así. – Suelta una carcajada que no respondo.

Mierda.

- Ok, ok. Mal chiste. ¿Te cuento otro? – Lo ignoro con la mirada fija en la pequeña nota sobre la última hoja del informe del paciente. Carajo, otra vez no. – Igual te lo voy a contar. ¿Cómo se llaman las personas que te levantan aunque estés hecho mierda? – Deja un sonido de suspenso. - Forenses.

Se ríe de su propio chiste, pero al ver que vuelvo a quedarme estática la risa disminuye hasta desaparecer. Él se acerca nuevamente a mi colocando las manos sobre mis hombros.

- Mujer, que no tengo tan mal sentido del humor. – Nuevamente me quedo callada, mi respiración descontrolándose más cada segundo. – Leo, ¿Qué sucede?

Sin decir nada le extiendo la nota, él la lee en silencio hasta que susurra lo que creo es un insulto en otro idioma, pero no lo logro reconocer.

- Debemos buscar a ese investigador. – Digo moviéndome rápidamente entre las personas tratando de salir del hospital.

- ¿Estas segura? – Pregunta Milo tratando de seguirme el paso.

Me detengo para girar y mirarlo con una ceja alzada interrogante. No estoy para preguntas ahora, y creo que mi cara lo muestra porque sus labios quedan en una línea fija, hace una seña de quedarse callado como si su boca fuera candado y avanzamos juntos dejando la maldita nota detrás.

¿Va a rendirse tan fácil, Señorita Baumann? Pensé que era de las que conseguían sus dulces.

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