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Jʜᴏɴ Dᴏᴇ
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Amazon denota en los resultados al buscar el nombre de Dedrick Havener, al parecer internet entiende este nombre como que quiero comprar zapatos.

Odio el internet.

Llevo horas tratando de buscar al pelirrojo por cualquier red social posible, hasta que descubrí que no existe, literalmente; no hay huella en la historia del nombre Dedrick Havener o su persona, a excepción de un hombre de cuarenta años con barba que hace streams.

Desde que salí de la casa de mis padres estoy encerrada en mi apartamento buscando a un hombre que solo vi durante un secuestro y del que no se nada más que su nombre y que es un posible mafioso. Dos días en los que solo voy del hospital a mi hogar y viceversa.

Es un completo John Doe.

Repito esa idea en mi cabeza conectando una nueva idea, y antes de que esta pueda desaparecer llamo a Milo.

- Necesito tu ayuda.

- Leo, ya hablamos de esto, mezclar chocolate con sal SÍ mejora el sabor del chocolate.

- ¿Qué? No, espera, ¿Qué? – Escucho su risa del otro lado del teléfono. – Escúchame idiota, necesito que vengas a mi departamento y me traigas algo.

- Uhhh, Baumann, sabía que algún día te unirías al mundo de la droga, ¿Qué quieres? Coca, Mari, LCD o quieres correr riesgo y probar el cannabis sintético. Mi consejo; empieza con un poco y agrégala en un Brownie, yo soy más de setas, pero a gustos... muertos.

- Maldito drogo de mierda. – Suspiro, Milo se queja del insulto y lo vuelvo a acallar. – Necesito que traigas un computador de la morgue con los datos policiales y un registro telefónico de la biblioteca.

- ¿A quién vamos a matar?

- No matar, buscar. Es hora de ir por el pez grande.

- Puf, arruinas la diversión, pero te lo valgo solo porque esa frase final sonó como si fueras una maldita perra. Estoy dentro, ¿de qué pez estamos hablando y qué gano yo?

- Trae las cosas y lo sabrás.

- Girl...- Hace el sonido de un rugido sacándome una sonrisa. – Me excitaste hasta a mí. En 15 estaré allá.

Suelto una carcajada y cuelgo la llamada. Voy por ti pelirrojo.

***

- Tardaste mucho.

- Hola a ti también, acosadora.

Ruedo los ojos y le doy un leve golpe en el hombro. Lo observo buscando la computadora y el registro, al parecer él se da cuenta del porque lo miro tanto, me sonríe burlón y saca de una mochila en su espalda, la cual no había visto, el mismo portátil que recuerdo haber visto en su zona del hospital, y junto a este ahí un libro grueso con pinta de ser antiguo.

Suelto una carcajada de felicidad cuando veo todo junto. Por fin, sé que ahora es imposible no encontrarlo. Extiendo mi mano hacia Milo para que me entregue las cosas, en el instante que no lo hace y su sonrisa cambia a seriedad, toda mi emoción decae.

- Dame eso. – Sentencio.

- Antes me debes una respuesta, ¿para que necesitas todo esto? – Dice ingresando al apartamento. – Sabes que te apoyare en lo que sea, si vas a secuestrar a alguien, yo contrato a la gente. Si vas a fingir tu muerte, te consigo un cadáver. Pero quiero la verdad, y la quiero ahora.

Destinado por SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora