-¿Que haces tu con ese? -me dice David cogiéndome del codo y dirigiéndome al cuarto de su madre.
-Tranquilo vale, solo estábamos hablando.
-No tienes porque hablar con nadie y menos con ese tío.
-Pero que me estas contando, ¿quien eres tu para decirme con quien tengo que hablar o no? -le chillo muy cabreada.
No se como se lo va a tomar ya que va un poco bebido y colocado, o eso creo no estoy muy segura ya que no tiene los ojos rojos como debería.
-El ha estado hay en un momento en el que me he sentido sola, mientras tu te colocabas y me dejabas sola.
Empieza a levantarme la voz y no entiendo nada de lo que dice, sinceramente no lo quiero entender. Se le va pasando el enfado, ya que empiezo a ignorarlo. No me gusta este David. Quiero que vuelva el David cariñoso, el de hace menos de dos horas.
-Venga, nena. No te enfades conmigo -dice, pero sigo sin hacerle caso.
Como no yo soy tan tonta que solo con esa mirada me pone tonta y en verdad no puedo estar enfadada con el. Me acerco a el, lo beso y empieza a levantarme la camiseta que se dejo antes en el cuarto.
-Joder -masculla, y levanto la vista- que bien te queda esto.
Ha abierto mucho los ojos y su mirada es muy intensa.
-¿Te gusta? -pregunto avergonzada.
-Joder...claro que si.
-Eso ya lo has dicho -me río nerviosa.
La luz de los ojos de David me ciega y me produce un cosquilleo en la piel.
-Estas increíble -trago saliva- siempre estas increíble pero esto es...
Con la boca seca miro el bulto que crece en su bóxer.
-Iba a enseñártela antes, pero estabas comportándote como un gilipollas.
-Mmm -musita.
Esta claro que no ha oído lo que acabo de decir. Apoya la rodilla en la cama y me mira de arriba abajo antes de colocarse encima de mi.
Sabe a whisky y a menta, una combinación celestial. Nuestro besos son tiernos e incitantes, nuestros labios se acercan y se separan, su lengua baila juguetona con la mía. Me coge del pelo y siento su erección contra mi vientre. Me suelta el pelo para apoyarse en un codo y acariciarme con la otra mano. Sus largos dedos recorren las costuras de mi sujetador de encaje, se meten dentro y vuelven a salir. Se relame los labios cuando lleva la mano entre mis muslos y empieza a moverlo arriba y abajo.
-No consigo decidir si quiero que te dejes esto puesto... -dice.

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David
RomantikNo tenian muchas cosas en comun, sus edades eran distintas, sus maneras de caminar no coincidia y mucho menos la estatura. Nunca pensaban igual, tenian ideas diferentes. El era dueño de si mismo, ella una niña insegura. Sus manos parecian haber sido...