Caminar sin rumbo por las calles de HimnoVida con un vestido de novia, perdido en mis pensamientos y que comience a oscurecer, no es una gran idea, menos con las miradas que hay en los alrededores. Los rebeldes salen en la noche, gente sin escrúpulos que desafían a la ley, sin importarles nada, ni siquiera el prójimo.
—Hey, jovencita ¿Tienes algo bajo tu falda? —consulta uno y me alejo.
Varios comentarios así llegan hasta mi persona, entonces avanzo a paso rápido, para no oírlos, ni que me agarren. El alivio aparece cuando visualizo la casa del señor Caravajal, así que toco a su puerta, rápido Suhal, su esposa, me abre, por lo tanto entro y ella cierra la puerta con varias trabas.
—Ay, me asusté. —Ríe nerviosa ella y yo le sonrío—. ¿Qué haces caminando por ahí a esta hora de la noche?
Bajo la mirada, triste.
—Astro me dijo que ha estado enamorado de mí, luego de que me obligaran a casarme con él, no sé qué pensar. —Alzo la vista—. ¿Dónde está Caravajal?
—Ah, se encuentra en su estudio, no vendrá hasta mañana. —Me observa con ternura y acaricia mi cabello—. ¿Quieres una taza de té?
—Yo... ¿Tú amas a tu esposo, Suhal? Él me dijo que tenías deudas como yo, no lo sabía. —Hago una pausa—. Bueno, casi nunca hablo contigo, siempre estás aislada, ni viniste a mi boda.
Se ríe.
—No me gusta estar con mucha gente. —Toma mi mano—. Acompáñame, haremos un delicioso té con el robot de cocina, él estará encantado. —Caminamos hasta la sala de alimentos.
La máquina revuelve las tazas y hace una carita sonriente en su pantalla cuando Suhal le agradece su bebida, así que me río.
—Es muy simpático, ¿no? —dice la mujer de cabello anaranjado y alborotado—. Lo siento, no me peino mucho —aclara cuando me quedo mirando su pelo—. En ese sentido no soy muy femenina. —Se ríe—. No le digas a mi coordinador.
Sonrío.
—Jamás lo haría.
Revolotea las pestañas.
—Gracias.
Me acomodo mejor en la silla.
—Entonces... —Hago una pausa para volver a preguntar—. ¿Amas a tu esposo?
—Por supuesto que sí, Caravajal es lo mejor que me ha pasado, soy muy afortunada de tenerlo. Puedo decir que soy uno de los pocos hombres convertidos en mujer que está feliz con su matrimonio.
—Así que opinas como yo —expreso pensativo—. Creo que no debe haber muchos que estén contentos con esto.
—Seguro que no. —Sorbe un poco de su té—. Pero no tenemos permitido hablar de eso, después de todo nos quitaron ese derecho.
—No se ve justo, y me parece todo absurdo lo del protocolo de ser "femenina", en vez de avanzar, retrocedimos en el tiempo. —Enarco una ceja—. ¿Por qué una mujer debería peinarse y tener el cabello largo? Es patético, dirigen nuestras vidas.
—Lo sé, pero no se puede hacer nada.
—Pero Suhal...
—Las que tenemos suerte de casarnos con alguien que nos respeta, deberíamos agradecer, ¿qué más puedes hacer? Déjame decirte algo, Elier, por lo que sé Astro es tu amigo y supongo que no ha hecho nada para lastimarte, así que solo disfrútalo, parece un buen partido.
ESTÁS LEYENDO
Asunseth
Ficção Científica"Este es un llamado al joven Elier, para invitarlo a que se reúna con nuestros científicos y puedan charlar sobre nuestra selección para su cambio de sexo. La convocatoria remunera a todo aquel con una gran suma de dinero y la búsqueda de un compañe...