¿Voy a besar a este tipo que acabo de conocer? Bueno, sí, por una buena causa. Además, es solo un beso, no le veo el problema. Aunque en realidad el que tiene el problema es Leviatán, pues antes de lograr unir sus labios con los míos, es arrastrado fuera del auto y golpeado frente a este. Al parecer no nos habíamos dado cuenta de que el vehículo ya había llegado al destino.
—¡No, Astro, no! —grito y bajo del coche mientras mi marido lo zamarrea y estampa seguidas veces contra la puerta—. ¡Ya suéltalo!
—¿Por qué? ¡¿Por qué?! —repite al mirarme mi esposo, sin soltar a Lev—. Cuando no andabas vestido de chica no me tenía que preocupar por estas cosas —expresa desconcertado.
—Ya suéltalo —insisto.
Bufa y al fin lo libera. Lev se acomoda la chaqueta y se limpia como si no hubiera pasado nada. Hasta le sonríe a su agresor.
—¿Astro, cierto? —consulta el coordinador—. Qué fuertes brazos —opina y mi marido lo observa extrañado—. No te asustes, soy así con todos ¡Hasta con Alekei! —Alza la mano cuando lo ve, corre hasta él y lo rodea con su brazo—. Hola, gruñon, ¿a qué hora pasas por el pan?
Hago puchero.
—Todo esto significa que no podré hablar con la esposa de Valtec —me quejo.
—¿Para eso casi te besas con este? —Me mira Astro, desconcertado, luego reacciona—. ¡¡Espera!! ¡¿Lo ibas a dejar besarte?! —Está loco de celos.
—¡Para tu toxicidad! —Alzo la voz—. ¡No tengo tiempo para esto! —Me cruzo de brazos.
Se sonroja y baja un poco los niveles de intensidad.
—Yo... lo siento.
—Entiendo tus sentimientos y toda la cosa, pero... yo no... bueno, ya sabes, no me mueves la estantería, eres mi amigo, como un hermano. Tú no me gustas de esa manera, lo siento mucho. —Intento ser lo más claro y menos tajante posible, supongo que debía ser más directo con el asunto, pero ya lo estoy solucionando—. Sin contar que... mira, esas actitudes no me van, deja de enojarte o me voy a enfadar yo. —Procuro ser serio, así que frunzo el ceño a propósito, para que se comprenda.
—Bueno, ya escuché suficiente —expresa Alekei, mientras se saca el brazo de Leviatán y se acerca a Astro, que se mantiene petrificado, luego reacciona cuando le da dos palmadas en el hombro—. Que quede claro algo, tú esposa no puede hablarte así, tú eres superior, hazte respetar —lo reprende el coordinador.
Leviatán se ríe.
—Ya sé quién es el dominante de la relación —se burla el coordinador castaño, observándome—. Así mantienes a tu hombre en regla, ¿no?
—¡No es mi hombre! —me quejo.
—Para PlanetFem sí —me corrige Alekei—. Déjeme recordarle que si maltrata al cliente usted es responsable. No solo nos encargamos de que respeten a los usuarios, también a los clientes, señorita.
—¿Cuándo me ha respetado usted como usuario? —expreso refiriéndome a todas las veces que me ha ignorado sin contar la ocasión del baño, que esa fue peor—. A ver —insisto.
Mi coordinador se ríe.
—Mi actitud con usted no tiene nada que ver con su actitud en contra de su esposo, son status muy distintos y de diferentes asuntos.
Qué irritante.
—Pues yo no veo que me haya defendido alguna vez. —Me cruzo de brazos otra vez.
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Asunseth
Science Fiction"Este es un llamado al joven Elier, para invitarlo a que se reúna con nuestros científicos y puedan charlar sobre nuestra selección para su cambio de sexo. La convocatoria remunera a todo aquel con una gran suma de dinero y la búsqueda de un compañe...