Capítulo 2. Pez al sol.

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Shen Dong pensó que en todos sus años en la isla, lo más sorprendente que había encontrado era ver un pez payaso inmóvil en el mismo arrecife durante tantos días

Tantos días. Todo el tiempo.

Esto le resultaba aún más abrumador que los pollos que criaron en la isla el año pasado, que desaparecían sin hacer ruido cada cierto tiempo y se criaban solos hasta la noche de fin de año, cuando sólo quedaba una gallina pequeña que no alcanzaba medio kilo antes de que se las comieran.

Se quedó mirando al pez payaso durante un buen rato, y se inclinó un poco sobre el borde del arrecife para asegurarse de que era el mismo de ayer, ¡Era el mismo! Tenía el mismo patrón de colores y todo.

"¿Me estarán gastando una broma...?" Shen Dong miró a su alrededor, cuando el señor Chen no estaba, él era el único en la isla, a veces podía haber algunas veces al año que pescadores fueran a la isla para robar huevos de aves marinas, pero ¿Quién sería lo suficientemente pesado durante tantos días poniendo un pez aquí para hacer la gracia?

"¡No es divertido, sabes!" Shen Dong gritó con una voz especialmente fuerte.

Por supuesto, nadie le respondió, salvo algunos cantos de pájaros y el sonido de la brisa marina al pasar, ni siquiera creó un eco.

"Y tú simplemente ahí tumbado", Shen Dong no se apresuró en echar al pez de vuelta al mar esta vez, señaló al pez payaso, "conseguirás un bronceado que te dejará un patrón de rayas blancas y negras y ya está, serás una cebra".

El pez payaso no se movía, seguía tumbado sin hacer nada, por alguna razón, en este estado podía sentir a través de él provenir una energía especialmente agradable, Shen Dong sintió que si los ojos del pez no estuviesen cerrados, el pez debería de tener una bonita expresión de ojos entrecerrados de disfrute al tomar el sol.

"¿No te morirás así?" Shen Dong se hizo a un lado, un poco incapaz de mantenerse en pie. Aunque no se consideraba una persona especialmente empática, sería muy duro de ver morir al pez en el arrecife bajo el sol abrasador.

Shen Dong suspiró, saltó sobre el arrecife, recogió el pez y lo devolvió al mar.

"No vuelvas a salir, no deberías salir, parece que no le tienes miedo a las quemaduras del sol. Pero yo me estoy cansando de siempre tener de devolverte al agua...", Shen Dong soltó esa frase, se dio la vuelta y se alejó.

La tarde fue muy satisfactoria para Shen Dong, reparar el bote no era un trabajo para el que estuviera cualificado, pero tenía que hacerlo, con solo girar el bote de un lado a otro ya empezó a sudar, pero al menos consiguió repararlo. Al menos serviría durante unos cuantos meses más.

Se duchó y volvió a la sala de guardia, y tras la comprobación rutinaria abrió el ordenador y se sentó en la silla.

Este ordenador... Shen Dong cada vez que lo veía arrancar sentía que tenia que hacer grandes esfuerzos. El ventilador chirriaba de una manera desagradable y habían tantas partes que sonaban mal que no supo cuál se podría caer primero. Al pulsar el interruptor para ponerlo en marcha le daba el suficiente tiempo a Shen Dong para ir a la isla a contar los pollos antes de que encendiera.

Este ordenador que no podía acceder a Internet y fallaba tan pronto como se abría cualquier carpeta era el único medio de entretenimiento para él y el señor Chen. Desde que llegó a la isla siempre jugó al mismo juego. El señor Chen jugaba al Solitario, y Shen Dong jugaba al Buscaminas. Después de algunos años de práctica, se había convertido en un maestro.

Shen Dong generalmente jugaba partidas personalizadas, ponía la pantalla completa y luego encendía un cigarro y barría la pantalla con la mirada lentamente. Luego comenzaba, durante la noche podía olvidarse incluso de sus comidas. De todos modos, todo era pescado, y perdía el apetito cuando pensaba en ello..

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