3. Cosas nuevas

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Entonces así comenzaba el plan. Por favor, prefería que se lo comiera un tiburón.

Alberto no podía creérselo, por algo tan estúpido como el amor, le estaba haciendo caso a su hermana y a una revista preadolescente que leían las niñas. Pero bueno, ¿qué salida tenía?

Su secreto había sido descubierto y ahora debía hacer algo al respecto. Además, tenía que aferrarse a ello, después de todo, eran los únicos consejos "medianamente aceptables" que tenía.

Desde luego, no quería aferrarse mucho a ello. No se lanzaría de un puente por una revista de quinta. Pero después de todo, varias cosas le hacían sentido.

Ser confiado, lucir lo mejor que pueda, intentar coquetear, ser un caballero.

Al parecer funcionaba.

Así que ahora, al amanecer de un un jueves común y corriente, Alberto seguía con sus ojos pegados al papel. Su hermana dormía como si no lo hubiese hecho en días, pero Alberto, por otro lado, se había quedado toda la noche leyéndose los libros que ella le dejó.

Libros que trataban de romance y de aventuras, revistas sobre consejos y artículos que de cierta forma, el moreno no podía comprender por lo complicados que eran. Si de algo estaba seguro, es que debía querer mucho a Luca como para pasarse una noche completa estudiando técnicas para ser más ''encantador'' a sus ojos. Sin embargo, un mar de dudas le envolvió, dudas que antes no tenía. 

Así que ahí estaba él, a las siete de la mañana sin haber pegado el ojo molestando a su pobre hermana, quien estaba cubierta hasta el cuello por sus sábanas. Sin éxito, la llamó más fuerte, recibiendo un quejido y después un golpe en la parte baja del colchón.

—Giulia, por favor, necesito tu ayuda, tú llevas más tiempo siendo humana que yo, ten piedad por mí.

— ¿Qué diablos quieres? —Murmuró entre bostezos y después se rascó su pelirroja cabellera rebelde y enredada.

—Todas las malditas parejas en tus libros son siempre de un chico y una chica, no de un chico y otro chico. ¡Entonces no sé que hacer porque estuve toda la noche leyendo, sigo sin encontrar algo que me sirva! ¡Además dijiste que me ayudarías a escoger ropa nueva! ¿Qué hago?

Santa Mozzarella... ¿Podemos tener esta conversación después? Vuelve a dormir.

— ¡Pero necesito respuestas, Giulia! Tengo algunas ideas de qué hacer, pero no sé si esté bien...

¡D'accordo, d'accordo! Pregúntale a papá entonces. —Somnolienta, se restregó los ojos y se acomodó para dormir nuevamente.

— ¡Pero pensará que es raro que le pregunte eso! ¿Por qué se lo preguntaría? Se supone que no me gusta nadie.

Buona notte, fratello.

—Pero-

— ¡Dije buona notte, fratello! —Exclamó y se cubrió la cara con su almohada, pues volvería a dormir.

El chico de cabellos castaños claros y pecas por montón suspiró, posando sus brazos debajo de su nuca. No le quedaba de otra que hablar con su papá. Pero... ¿Qué le diría?

Se lanzó de la cama de arriba hacia el suelo y abrió la puerta, saliendo en sus pijamas azules hacia la cocina, donde su papá se encontraba preparándose el desayuno. Massimo Marcovaldo se extrañó al ver al joven despierto tan temprano. No era propio de él despertarse a las siete, mucho menos de su hermana. Le causó impresión, pero no tanto como ver las enormes bolsas que traía bajo sus ojos.

Buon giorno, figlio. ¿Qué haces despierto a esta hora?

Buongiorno, papà. —Respondió desganado. —Solo desperté más temprano sin quererlo.

Me gustas, Luca /Luberto FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora