𝐉𝐚𝐛𝐛𝐞𝐫𝐰𝐨𝐤𝐲 || ꜱᴀᴛᴏʀᴜ ꜱᴀᴅᴀᴏ

_Izana Kurokawa_

#4: Satoru Sadao x Izana Kurokawa.

Título: Mí Jabberwocky.

Advertencia: sad, spoiler del final de mí libro Reyes.

Ua: no.

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          El sol impactaba su luz en su cuerpo con intensidad, dándole un agradable sentimiento de calor a su anatomía. Su corazón latía de forma rápida, su respiración se aceleraba y una tranquila sonrisa adornaba si rostro. Estaba en el borde de un edificio apreciando la vista, con todo el riesgo de dar un paso en falso y caer.

¿Qué se sentía volar? ¿Caer al vacío?

Es un sentimiento que quiere experimentar algún día, pero ahora. Una enorme mano lo sostuvo desde su vientre para que retroceda y se sintió más cálido cuando su espalda se apoyó en un fuerte pecho, su cabeza descansó en sus suaves pectorales y cuando abrió sus ojos pudo ver ese par gris, apagado y sin brillo alguno.

Amaba verlo destruido.

—Mi Jabberwocky... Volviste de jugar. — su mano morena tomó la del otro para besar su palma con cariño y frotar su mejilla en esta. — Ah... Te extrañé tanto...

—Lamento haber tardado. Estoy en casa. — avisa con voz grave que estremeció por completo el cuerpo de Izana.

El pequeño cuerpo del líder se giró para ver de frente a su amante. Sus manos tomaron el rostro de este para no olvidarse de sus bellas facciones y tuvo que hacer puntitas de pie para poder besar al otro. Sus labios también son algo con lo que se toma su tiempo para saborear en la privacidad de su relación, no niega que ama esos besos salvajes que le da el otro frente a todos, pero también ama con locura esos tiernos besos y pequeñas muestras de afecto que le da.

Cuando Satoru lo abrazó y ocultó su rostro en su cuello supo que algo pasó, así que dando suaves acaricias a su espalda comenzó a consolar a su querido amante que sollozaba sobre su hombro. Sed de venganza surgió por aquellos que osaron lastimar sentimentalmente a su querido Jabberwocky.

Ese fue un lindo recuerdo.

Sus intensos ojos violetas observaron las noticias, con un sentimiento de dolor indescriptible. Sus piernas fallaron en un comienzo, pero pronto al ver la dirección no tardó en ir corriendo hacia aquel lugar con todas sus fuerzas. Sentía que escupiría un pulmón de lo agitado que estaba, su ritmo cardíaco iba a mil por segundo y no había peor imagen que la que su cerebro producía constantemente.

No le importó que la policía lo reconozca, ni que su rostro salga en televisión, tampoco la gente que veía la escena del crimen. Solamente le importaba aquel cuerpo tendido en el suelo con 3 marcas de balas en el pecho y la cabeza explotada por el impacto de la caída. Su garganta se secó, las lágrimas caían libremente de sus ojos al ver el estado en el que encontró a su amante, a su querido Jabberwocky, a su amado Satoru.

Se arrodilló junto a él para abrazarlo contra su pecho, manchando por completo su uniforme de la sangre del pelinegro. Lloró por la pérdida, lloró porque nuevamente estaba solo, sin nadie que lo acompañe.

¿Qué se sentía volar? Era lo que se preguntaba Izana en el borde de aquel edificio, el mismo de dónde encontró a su amante. En su mente primero cruzó la idea de asesinar a quien lo hizo, el policía que al verlo le disparó de forma fallida y acabó con su vida de un disparo certero al pecho. Otros lo siguieron hasta vaciar el cartucho de su arma y notó que junto a él se encontraba otro pelinegro inconsciente. No le tomó importancia, era su turno de irse.

—Ya voy en camino, mí Satoru... — murmuró suavemente al aire, antes de sentir una suave acaricia de este.

Esa gentil acaricia la tomó como una señal, como el fantasma de su amante invitándolo a saltar. Sus pies estaban en el borde y no dudó en empujar su propio cuerpo hacia el vacío, sin ninguna mano que lo sostenga esta vez para evitar la caída. Sentía que volaba, que estaba flotando en una nube. Su corazón le dolió al encogerse, su cabeza se entumeció, pero no le importó al ver al cielo e imaginar el rostro sonriente de Shinichiro, Emma y su esposo.

—Esperenme... — fueron sus últimas palabras.

En las noticias dieron el informe de que Izana Sadao, luego de matar a su amante, decidió quitarse la vida al saltar del edificio. Una muerte romántica de la tiranía, lo titularon al acto que dos de los más grandes mafiosos de Japón.

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[N/A]: ¿Algún día escribiré algo feliz de estos dos? Lo averiguaremos.

Acepto pedidos o sugerencias.

Los quiero mucho 💜