La Agencia de Bienestar Infantil repartió a los huérfanos en diferentes Casas hogares. Joshua fue llevado donde la señora Beatriz, a quien él ya conocía. Era amiga de la Sra. Harriet y ella lo enviaba allí de cuando en cuando para que hiciera algunas diligencias menores. La ayudaba con la limpieza del jardín y hacia las encomiendas del supermercado, aun cuando su hijo Raúl bien pudiera hacerlas.
La casa hogar era una modesta vivienda de ladrillos rojos de un solo piso. Una verja con un pequeño jardín cubierto de nieve antecedía una puerta a la que se llegaba por un angosto sendero de cemento.
Joshua compartía la casa con Raúl, el hijo de Beatriz y dos chicas huérfanas de ascendencia latina un poco mayores que él. Doris era una muchacha alta y flacuchenta con la cara llena de acné. La otra chica se llamaba Juana y era bajita y algo rechoncha que no hablaba muy bien el inglés. Raúl por su parte, era un muchacho de unos trece años, alto y de contextura fuerte si se consideraba su edad. Era bastante caprichoso e irascible y propenso a meterse en problemas, dada la permisividad de Beatriz.
─Tu haces lo que yo te indique, y nunca tendremos problemas ─fue lo primero que le dijo a Joshua─. En mi cuarto se hace lo que yo diga. Joshua tendría que compartir habitación con él. ─Mi Nintendo y mis cosas son prohibidas ¿entendido?
Joshua lo miró con cierta aprensión sin contestarle.
Tu primera tarea será mantener el sendero libre de nieve ─le dijo a Joshua la señora Beatriz, una vez que el chico saliera de la habitación. Era una madre soltera de origen latino, delgada de cabellos ondulados y tez morena con marcado acento español que no paraba de hablar─ al igual que la acera.
Desde el principio, Joshua tuvo problemas para dormir. Raúl se dormía muy tarde jugando con su Nintendo o cuchicheando con Juana, quien en algunas noches entraba a hurtadillas al cuarto. Se acostaba junto a Juan y se metían a retozar bajo las sábanas.
A pesar de esto, Joshua se levantaba muy temprano cada mañana para realizar la tarea encomendada por Beatriz. El mes de enero había sido particularmente frio aquella temporada, que se había caracterizado por copiosas nevadas.
─Mira lo que te tengo ─le dijo un día la mujer acarreando un órgano eléctrico─. Se que lo haces muy bien. Le ofrecí al padre de la iglesia ayudarlo con el coro. Así que ponte a practicar.
─¿Que van a cantar? ─le preguntó él.
─Siempre cantan "Vienen con alegría", "Juntos como hermanos", y otros. ¿Te las sabes?
─No señora.
─Tendrás que ir a iglesia y preguntarle al padre.
Joshua se dirigió a la iglesia que distaba unas cuantas cuadras del orfanato.
Entró al recinto. Tardó un poco en ajustar su vista a la penumbra. La iglesia se hallaba tenuemente iluminada por la luz que se filtraba a través de unos vitrales con figuras de Jesús en los distintos estadios de la crucifixión. Esto lo había aprendido en las clases de religión que le impartieran en la escuela católica a la que había asistido desde pequeño. La señora Harriet había sido siempre muy devota.
Dos mujeres conversaban con un hombre de sotana negra. ─Si padre ─oyó que una de ellas le contestaba al padre. Todos voltearon la vista al oír que la puerta de la iglesia se cerraba con un sonoro golpe.
─Puedo ayudarte hijo ─le dijo el sacerdote, percatándose de que era un niño. Joshua acarreaba en una pequeña carreta el órgano eléctrico─. Ah, tú debes ser el nuevo chico de la señora Beatriz ¿verdad?
Joshua asintió con la cabeza sin responder.
Ven, ven, acércate ─le conminó el cura con un ademán de su mano.
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CLARO DE LUNA
Short StoryJoshua queda huérfano a una edad muy temprana. Es trasladado de albergue en albergue, donde se ve obligado a trabajar y sufrir maltratos, abuso y acoso tanto de sus cuidadores como de los otros huérfanos mayores que él. Sin embargo, descubre una pas...